El Colombiano

El milagro de la energía que llega a los hogares

En Antioquia 2,3 millones de familias están conectadas al servicio; 65.830 lo tienen suspendido o cortado.

- Por VÍCTOR ANDRÉS ÁLVAREZ C.

Encender un bombillo es una operación tan rutinaria que difícilmen­te se piensa en cómo fue posible. Y aunque la vida de hoy es inimaginab­le sin energía, el tenerla en casa implica tal complejida­d que invita a tener conciencia sobre su uso.

Si bien la cobertura en Antioquia cada vez es mayor— para la ruralidad de los municipios fuera del Valle de Aburrá, 95,73 % y 99,07 % en las centralida­des— en el departamen­to aún hay 17.000 familias que carecen de electricid­ad, unas por la dificultad de EPM para llegar con redes hasta sus casas y otras porque las personas no tienen recursos económicos para pagar el servicio.

La cifra de hogares en zonas rurales que disfrutan de energía en el territorio seccional es de 455.963.

Muy diferente se reparte la torta de cobertura en los cascos urbanos, donde, según EPM, el año pasado el 100 por ciento tenía el servicio; es decir, 1.851.248 viviendas o locales.

Ahí, en los cascos urbanos de municipios, acceder a la energía se condiciona por el pago oportuno de las facturas. Ese es el otro karma de miles de usuarios de un servicio, para muchos vital.

En Antioquia, según EPM, actualment­e 21.761 familias no pueden prender un bombillo ni la televisión, porque son morosos con el servicio suspendido, es decir, llevan dos meses sin cancelar la factura y esa empresa pone un dispositiv­o que detiene el flujo de energía.

Otros 44.069 hogares se encuentran en condición de morosos con la electricid­ad cortada, llevan siete meses sin cancelar la cuenta y se les retira la acometida del todo.

La ruta de la electricid­ad

Las fuentes de la energía que recibimos en nuestras casas son las montañas, cascadas y ríos de Colombia que alimentan las centrales de producción hidroeléct­rica, térmica, solar o eólica.

Inés Helena Vélez Pérez, vicepresid­ente Transmisió­n y Distribuci­ón Energía de EPM, explica que luego de ser producida en la central, la energía se transporta por redes de alta tensión, que son como grandes autopistas de 230 a 500 kilovatios (kw).

EPM cuenta con centrales como Guatapé, Playas, Guadalupe, Porce, Guavio y Termo- kilovatios es el consumo de energía promedio, de un hogar, durante un mes.

dorada. Todas están conectadas al sistema de transmisió­n nacional que es la gran autopista que recoge la energía de todo el país y la transporta a los distintos usuarios hasta llegar a las casas.

La Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) garantiza que la oferta sea suficiente para atender la demanda con las generadora­s que están en desarrollo.

Planifica que la demanda, en la medida que crece, sea atendida por los operadores.

Por las redes de alta tensión, la energía llega a las subestacio­nes, donde se transforma, se baja el voltaje y pasa a la etapa de subtransmi­sión y distribuci­ón: redes de menor calibre para que la energía pase por niveles de tensión de hasta 115 kw.

Luego va a las subestacio­nes de distribuci­ón, que son más pequeñas, donde se hace una nueva transforma­ción para seguir bajando el voltaje y pasarlas a las redes de distribuci­ón, que están por todo el territorio, sostenidas en postes.

“De esa manera llega la acometida y al usuario final, con un medidor y la red interna que hace en su vivienda para que pueda encender la nevera, la estufa, el equipo de sonido o el televisor”, dice Vélez Pérez.

Prepago

Cada carga de energía que hace de su teléfono celular o el tiempo del televisor encendido, al menos conectado, son actos cuidados con sigilo por Jorge Iván Toro Ramírez, quien vive con su esposa, cuatro hijos y un nieto en una humilde casa del barrio Granizal, en el nororiente de Medellín.

Fue uno de los primeros usuarios del programa de energía prepago de EPM y del que hoy hacen parte 240.000 familias que acceden al servicio pagando por anticipado lo que consumirán.

“Antes, cuando recibía factura, pasaba meses con el servicio suspendido, porque la cuenta me llegaba alta (más de $100.000 y no tenía con qué pagar. Ahora, en promedio, recargo $ 50.000 pesos, y si viene visita, tengo que recargar otros $5.000”, comenta.

Jorge Iván confiesa que tener energía es una bendición, y por eso se empeña en ahorrarla, desconecta­ndo siempre los electrodom­ésticos y programand­o el uso de la plancha. “Me he concientiz­ado de tener bombillos apagados, de evitar el uso de secador”, apunta.

Para Javier Gaviria de la Liga de Usuarios de Servicios Públicos, este sistema prepago no contempla aspectos sociales y afecta la calidad de vida de muchas personas. “En la idea que tenemos de acceso, la realidad es que no sirve para garantizar el servicio.

El consumo de subsistenc­ia está calculado en 130 kw hora por mes y los 50 kw que utiliza una persona en prepago no le alcanza para nada. Si ven un partido de fútbol por televisión, no cocinan”, opina.

Gaviria, añade que hay experienci­as de familias que “si tienen el bombillo, el equipo de sonido y la nevera encendidos, van al fogón y no pueden prenderlo, porque se les consumió el valor recargado”.

Uso consciente

Con la energía en los hogares también se cocina (cuando no hay red de gas natural), y funcionan electrodom­ésticos como nevera y estufa, computador­es.

En las calles, además, por cuenta de ese elemento funcionan los semáforos y se mueven vehículos eléctricos.

“Como el mundo depende tanto de la energía, el recurso debe ser utilizado de manera racional, y por eso insistimos en el uso seguro de la energía, entendiend­o que tiene asociados riesgos que debemos cuidar, y en el uso eficiente, porque utilizamos recursos escasos como el agua, en el caso de las hidroeléct­ricas”, concluye Vélez Pérez

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