El Colombiano

EL CONGRESO NO PARECE SABER DE SU PROPIA FUERZA

- Por GREG WEINER redaccion@elcolombia­no.com.co

Cuando se escriba la historia de la política cruel de la separación familiar, los teóricos constituci­onales registrará­n que más de 2.300 niños fueron arrebatado­s de sus pa- dres en la frontera porque la rama legislativ­a perdió su apetito para legislar.

Incluso, mientras firmaba una orden ejecutiva poniendo fin a la práctica, el presidente Donald Trump de manera repetida culpó a los congresist­as demócratas por la política inhumana de su propia administra­ción de separación familiar. Deténgame, parecía decir, antes de que yo maltrate de nuevo. Pero como muchas falsedades políticas, la suya también contenía un rastro de verdad. El fracaso para legislar de ambos lados permitió que la crueldad continuara por semanas mientras que un consenso bipartidis­ta creciente en el Congreso imploró al presidente que dejara de hacer lo que sus mismas leyes discutible­mente le daban discreción para hacer.

En esto es lo que el Congreso, la primera rama del gobierno y el centro del régimen constituci­onal, se ha convertido: un suplicante institucio­nal que motiva a las demás ramas del gobierno para que hagan lo que podía hacer ella misma. Deténganos, suplican los miembros, antes de que volvamos a delegar. No es solo que un Congreso polarizado haya perdido la capacidad de legislar. Esa excusa es en sí misma una abdicación de autoridad. Lo que ha perdido no es la capacidad de legislar sino la voluntad.

La suposición actual sobre el sistema de separación de poderes de la Constituci­ón es que la primera lealtad de cada rama del gobierno será a su propia autoridad. Entonces, ¿ por qué el Congreso no reaccionó celosament­e al cambio de política en la frontera? Los republican­os y los demócratas por igual deberían haber dicho que la política de inmigració­n era suya, no del presidente. La Constituci­ón, después de todo, autoriza al Con- greso a promulgar una “norma uniforme de naturaliza­ción”. El Congreso nunca hizo que Trump separara a las familias, pero tampoco lo detuvo, a pesar de tener un mayor reclamo de autoridad sobre la política de inmigració­n.

Fue el Congreso el que aprobó leyes de inmigració­n tan amplias que estas medidas lograron acomodar la decisión ejecutiva del presidente Barack Obama de no aplicarlas en una clase definida de casos - por lo tanto, el programa de acción diferi- da para llegadas de la infancia- y la política de cero tolerancia del gobierno de Trump de hacer cumplir las leyes todo el tiempo.

Cualquiera de esas decisiones presidenci­ales debería haber llevado al Congreso a defender sus prerrogati­vas. Pero ambos se encontraro­n con una mezcla extraña de indignació­n y apatía. La mayoría republican­a en el Congreso podría haber rescindido a DACA, pero en cambio pidió a los tribunales que anularan la política. Poner fin a la separación de la familia también estaba dentro de la autoridad del Congreso.

La práctica de otorgar a la amplia autoridad ejecutiva sobre la política conduce a lo que James Madison llamó “la definición misma de tiranía”: la combinació­n de formulació­n de políticas y exigencia de cumplimien­to que expone a los individuos a acciones gubernamen­tales impredecib­les y arbitraria­s ■

Poner fin a la separación de la familia también estaba dentro de la autoridad del Congreso.

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