TRISTEZA E INDIGNACIÓN TRAS HALLAZGO DE CUERPOS DE PERIODISTAS
El asesinato de dos periodistas ecuatorianos y su conductor, ahora verificado con el hallazgo de los cadáveres en la zona fronteriza, produjo el rechazo de sus familiares y colegas, y refrendó las gravísimas amenazas que afronta la libertad de prensa en un territorio donde campean los grupos ar- mados ilegales, entre ellos las llamadas disidencias de las Farc, al mando de Wálter Arizala, alias “Guacho”.
Hay gran dolor y molestia entre los parientes de los redactores de la Casa Editorial El Comercio, de Quito, Javier Ortega y Paúl Rivas, y su conductor Efraín Segarra.
Es aun más deplorable que los reporteros fuesen dejados en medio de un campo minado por el grupo residual de alias “Guacho”. Se manifiesta una demencia aterradora de los secuestradores y asesinos que no solo acabaron con la vida de los colegas sino que pretendían impedir el rescate de los restos mortales y poner en riesgo la vida del comando de la Policía Nacional que adelantó la exhumación.
Se trata de un proceso doloroso que comenzó el 26 de marzo pasado con la retención de los periodistas en Mataje, provincia de Esmeraldas, Ecuador, y que ahora se cierra con la infortunada confirmación de que los captores enterraron a sus víctimas en una fosa en el extremo sur del municipio de Tumaco. Es necesario que las autoridades colombianas precisen los detalles del asesinato de los comunicadores y que este delito atroz no quede en la impunidad