JUSTOS POR PECADORES
Desde 2009 se dejó de aplicar sanción a quienes ultrajaran los símbolos patrios de Colombia, puesto que la Corte Constitucional sentenció como inexequible el artículo 461 del Código Penal, el cual establecía multas por actos que ofendieran a dichos símbolos. Sin embargo, aunque ultrajar a los símbolos patrios ya no está tipificado como delito, el desprestigiar al país en el exterior sí debería considerarse como tal, porque se ve afectada, directamente, la reputación de Colombia y sus ciudadanos en el extranjero.
Los videos que se han viralizado en redes en donde, en el marco del Mundial de Rusia, hinchas colombianos ingresan licor al estadio de Saransku, ofenden a aficionadas japonesas aprovechando la diferencia lingüística, son claros ejemplos de mala conducta de connacionales en el exterior. Además, solo es cuestión de revisar los sitios web de periódicos internacionales para entender el impacto global que tuvieron las mencionadas acciones, manchando la imagen de Colombia. En este orden de ideas, también sale a la luz la reprobable cultura de la justificación, esto es, el utilizar la expresión “¡qué pena!” como mecanismo para solucionarlo todo, locución que en Colombia es casi un deporte nacional.
Si bien los colombianos que dañan la reputación de su país en el extranjero son solo una minoría, sus reprochables acciones bastan para que a los ojos de muchos foráneos, todos los colombianos seamos tomados por incultos, irrespetuosos y quién sabe que otros adjetivos negativos más, por lo que, ciertamente, el refrán bíblico “pagan justos por pecadores” encaja a la perfección con la situación citada. No con esto busco justificar las condenables acciones en las que incurrieron compatriotas en Rusia, pues, al ver esos videos, hasta el colombiano más nacionalista empieza a flaquear y a sonrojarse por la vergüenza, no obstante, también sería pru- dente que no se incurriera en la generalización.
En términos generales, podría decirse, aunque suene muy idealista, que todo colombiano en el exterior, bien sea residiendo o viajando, hace las veces de embajador de la cultura e idiosincrasia de nuestra nación, por lo que tiene un compromiso no solo consigo mismo y su reputación, sino que también con su patria y sus coterráneos. * Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.