Consulados y mercadeo
Hablar de los consulados colombianos y lo que trabajan por el mercadeo del país es triste, desconsolador y hasta genera rabia por todo lo que pudieran hacer y no hacen. Las críticas que desde hace tiempo se han hecho sobre ellos y quienes ocupan esos cargos diplomáticos no han sido pocas, y, lo más triste, desatendidas por los gobiernos, en especial el que está próximo a terminar (¡gracias a Dios!). Durante los primeros años de la década de los 80, cuando tuvimos la oportunidad de desempeñar ese cargo en Nueva York, comenzamos una actividad orientada por el marketing y algo pudimos lograr trabajando con el apoyo de las autoridades consulares y algunas otras de quienes sienten y llevan por dentro el orgullo de ser colombianos. Pero lo que ha sucedido desde hace varios años, y últimamente durante los meses recientes de época electoral, dejan ver claramente que no solo no existe mucho interés por lo que pase con el mercado de colombianos en el exterior, sino que tampoco demuestra mayor interés por generar y mantener clientes (mercados) por y para el país. Los horarios de atención, la forma cómo se atienden inquietudes, el uso inadecuado de la tecnología que lleva al desespero de quienes pretenden averiguar acerca de trámites, la falta de capacitación de tantos funcionarios y de los mismos cónsules y, muy triste, el desconocimiento sobre el país, son una muestra clara de que no existe mayor interés por hacer de ellos (los consulados) lo que podría ser un verdadero trabajo de marketing. Es cierto que existen procesos para capacitar a quienes se nombran para desempeñar funciones consulares, pero dejan mucho qué desear porque lo que se ve por fuera es triste y preocupante. La falta de acción, la indiferencia, el desconocimiento, la inoperancia, son algunas de las razones por las que hemos criticado los consulados, antes, durante y después de nuestro paso por la sede de la capital del mundo, aclarando que no son todos, mas si la mayoría. La esperanza es que el presidente electo Iván Duque, que los conoce y sabe todo lo que se puede hacer y con qué, tome cartas en el asunto y logre hacer que los consulados desarrollen una verdadera actividad mercadológica por el bien de todos.