El Colombiano

LA GENTE DE MAR

- Por JUAN DAVID ESCOBAR VALENCIA redaccion@elcolombia­no.com.co

“En el mar la vida es más sabrosa/ En el mar te quiero mucho más/ Con el sol la luna y las estrellas/ En el mar todo es felicidad”. De la canción “En el mar” de Osvaldo Farrés, que popularizó Carlos Argentino Torres con La Sonora Matancera.

Porque asumimos que todo lo que tenemos y disfrutamo­s nos es dado porque así debe ser, o porque poco nos importa saber de dónde vienen las cosas, pueden ser la razones por las que no somos consciente­s de lo importante que es el mar para quienes vivimos en la parte emergida del planeta.

A causa de esta fase de la globalizac­ión con esteroides en la que vivimos, mucho de lo que tenemos y de lo que nos beneficiam­os no proviene de nuestro entorno cercano sino de otros más lejanos. Gran parte de ello gracias al transporte marítimo, pero particular­men- te a los cerca de 1,5 millones de marinos que se encargan de que sea posible. Por ello, aunque tarde, pero mejor que nunca, la Organizaci­ón Marítima Internacio­nal decidió en 2010 declarar el 25 de junio como el día Internacio­nal de la Gente de Mar, para homenajear a quienes poco tocan la tierra para que nosotros lo hagamos cómodament­e.

Por haber nacido entre montañas, espero bastante firmes, nunca he tenido claridad sobre las razones por las que un humano, formado por evolución natural durante millones de años para que sea un bípedo terrestre, decida pasar sus días en la parte líquida y poco densa del planeta.

Creo que todos deseamos estar por momentos al lado del mar, por la fascinació­n que provoca su grandeza y poder, como por la belleza de su su- perficie y profundida­des. Pero a pesar de todo esto, ¿por qué una persona dejaría la seguridad y solidez del suelo para irse a pasar sus días a marearse en el ondulante mar? Si no es cierto el poder de atracción del canto de las sirenas, que parece tampoco existen, ¿por qué alguien quisiera ser marinero? ¿cómo explicar que una persona decida sacarle callo a su es- tómago vomitando hasta la leche materna que le dieron de niño, a causa de la ondulación de un barco? ¿por qué alguien aceptará ver discontinu­amente el crecimient­o de sus hijos y dejar de recibir continuame­nte el calor de su pareja? ¿por qué alguien llega a acostumbra­rse a la misma comida y al olor fermentado de sus compañeros de camarote?

Como la visión de un hombre de montaña no sirve para encontrar la respuesta, la solución tal vez sea más noble y esté plasmada en el himno de nuestra Armada Nacional: “por eso canto cuando navego, poco me importa la tempestad, siempre me alumbran mis dos luceros, el de mi patria y el de mi hogar. Viva Colombia, soy marinero; por mi bandera, por mi heredad vivo en las olas celoso y fiero, soy caballero del ancho mar”

¿Por qué una persona dejaría la seguridad y solidez del suelo para irse a pasar sus días a marearse en el ondulante mar? ¿Por qué alguien quisiera ser marinero?

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