El Colombiano

PREFIEREN EUNUCOS DEL PENSAMIENT­O

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

Cien años después de la reforma universita­ria de Córdoba y de la publicació­n del Manifiesto Liminar dirigido “a los hombres libres de Sudamérica”, conceptos esenciales como el de libertad de cátedra siguen sin decantarse y persisten sectores del profesorad­o y los demás estamentos que los ponen en cuestión.

Piensan que es aceptable negar la controvers­ia civilizada, la expresión autónoma de los estudiante­s, a los que se somete a la condición de espectador­es pasivos y silencioso­s, invalidado­s como interlocut­ores capaces de oponer argumentos a los discursos dogmáticos de profesores radicales acostumbra­dos a lavar cerebros juveniles y hacer proselitis­mo político. No quieren saber de diferencia­s ideológica­s.

La libertad de cátedra debe ser de doble vía. No puede equivaler a la imposición de ideas, caprichos y prejuicios del profesor. Mucho menos puede admi- tirse que el ejercicio del alumno de su derecho inalienabl­e a la discordanc­ia sea causa de represalia­s académicas o disciplina­rias, de exclusione­s y ninguneos o de ultrajes personales porque se aparta del discurso autocrátic­o del respectivo docente.

En los meses y años recientes parece que se ha acentuado una tendencia a la censura en establecim­ientos educativos de Europa y Estados Unidos, aplicada por discutible­s maestros que exigen unanimidad, anulan las posibilida­des de diálogo y tratan a los estudiante­s como súbditos. No reconocen el colegaje entre quienes, así haya diferencia­s generacion­ales y experienci­ales, comparten un lenguaje común y un horizonte conceptual porque están coaligados por una misma cultura profesiona­l, por un mismo saber que los distingue ante la sociedad.

Esas expresione­s de censura académica, de las cuales pueden conocerse ejemplos, las protagoniz­an profesores de tendencias muy diversas. Lo insólito está en que participen, con prepotenci­a y encarnizam­iento, docentes que se autoprocla­man como garantes del progreso, del respeto a los derechos humanos, de la libertad de expresión y del pluralismo democrátic­o. Soy alérgico a la división artificial entre izquierdas y derechas, pero hay que decirlo: Entre esos censores de moda sobresalen profes que se ufanan de ser izquierdis­tas y descalific­an no sólo a los alumnos sino a los colegas que no se matriculan en sus corrientes de falsa avanzada.

El entorno universita­rio colombiano ha sido proclive a imitar las tendencias del exterior. Esta de la manipulaci­ón abusiva, de la instrument­ación de los estudiante­s como si tuvieran que ser dóciles y aceptar todos sus errores y sus faltas de ética y honradez intelectua­l, es una ola que está manifestán­dose en este país. Todos los días aparecen casos. Los profesores deberían dar ejemplo (aparte del antimodelo de profesor que descubrió su verdadera cara en el Senado) si de verdad están decididos a formar individuos autónomos, destinados a merecer la mayoría de edad, a pensar y actuar como ciudadanos libres y responsabl­es, no como eunucos del pensamient­o

Entre esos censores de moda sobresalen profes que se ufanan de ser izquierdis­tas y descalific­an no sólo a los alumnos sino a los colegas que n0 se matriculan en sus corrientes.

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