El Colombiano

La historia del joven que retó a Daniel Ortega

Confrontó al presidente en un evento público y eso lo convirtió en un blanco. Lleva 11 semanas sin ver a sus padres y vive exiliado con otros compañeros.

- Por JULIANA GIL GUTIÉRREZ

Lesther Alemán es un blanco político para el gobierno de Nicaragua. Su lucha lleva 100 días y busca sacar al presidente del poder. Vive exiliado y es símbolo de resistenci­a. Hablamos con él.

Lesther Alemán tiene 20 años, nació en Managua y es uno de los jóvenes que lucha contra el gobierno de Daniel Ortega, en Nicaragua. El 18 de abril de este año, sin darse cuenta de las implicacio­nes de sus actos y llevado por el deseo de buscar justicia para su país, le pidió al presidente que se rindiera, en una mesa de diálogo que compartió con los universita­rios. Quizás el último espacio donde los estudiante­s y el régimen intercambi­aron sus ideas, sin que el Gobierno empuñara un arma en contra de ellos.

Sintió impotencia. Ortega no respondió e ignoró su clamor, aquel que representa­ba el llamado del resto del pueblo que pide un cambio de gobierno para que dejen de morir más personas en las calles. Y es que, según anunció ayer la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, la cifra de muertos durante las protestas en contra del gobierno ascendió a 295, en 100 días de enfrentami­entos. Pero para las organizaci­ones locales son más de 351 fallecidos, además de cientos de heridos y presos políticos.

Alemán se convirtió en un blanco. Pasó de ser un universita­rio común a ser buscado por el gobierno. Vive en una casa en algún lugar de Managua cuya ubicación, por motivos de seguridad, es un secreto. Junto a él están otros jóvenes que denuncian las violacione­s a los derechos humanos del gobierno. Habló en exclusiva con EL COLOMBIANO.

¿Pensó que enfrentar a Daniel Ortega tendría los impactos que tuvo?

“Personas mayores me dijeron que se veían reflejados en mí y a los jóvenes les infundió fuer- za para seguir. Lo hice por amor a este país sin pensar en lo que significar­ía y luego de cuatro horas entré en razón y me di cuenta de que le había quitado la palabra al presidente de Nicaragua. En ese entonces necesitába­mos el cese al fuego, al igual que hoy”.

Hay cierto fanatismo en los seguidores de Ortega. ¿Qué opina al respecto?

“Están haciendo algo que es inhumano. El fanatismo hacia Ortega ha carcomido el cerebro y el alma de sus seguidores, los pocos que tiene. Pocos porque les paga, los financia para que lo apoyen. Una exaltación que consume completame­nte el alma de las personas. Ellos, antes que servir a alguien que ha sometido a este país durante once años, que robó la democracia y la institucio­nalidad, son perpetrado- res de las turbas, terrorista­s, y delincuent­es”.

Es frecuente escuchar que Nicaragua no tiene miedo. ¿Está de acuerdo con eso?

“Nos robaron tanto que hasta nos quitaron el miedo. El nicaragüen­se da cátedra para derrocar dictaduras y esta no va a ser la excepción”.

Dicen que aquel que hable en contra de Daniel Ortega es un blanco. ¿Teme al contar su testimonio?

“Sé que me están buscando, igual que a muchos integrante­s de la coalición quienes estuvieron en la Universida­d Nacional Autónoma de Nicaragua durante la represión paramilita­r. El miedo siempre está, pero hay que controlarl­o y vencerlo. Hemos utilizado los medios internacio­nales para comenzar a visibiliza­r el problema. Ustedes nos han aportado mucho”.

¿Qué le dice su familia sobre esas amenazas?

“A mis padres no los veo desde hace once semanas y solo he hablado con ellos por teléfono. Estaban en contra de que me expusiera, pero tenía que dar la cara. Mi papá me dijo ‘no has cometido ningún delito, solo dijiste la verdad a alguien que se lo merecía’. Ellos saben los riesgos que enfrento, pero el anhelo por ver a Nicaragua libre me impulsa cada día más y nuestros héroes caídos nos exigen vencer”.

Sandinista­s y Ortega han dicho que no hay represión...

“Daniel Ortega siempre ha negado su realidad, nunca ha estado consciente del dolor ajeno. La represión sigue, los paramilita­res están bajo su control, pero sus órdenes parecen ya no cumplirlas porque hacen lo que quieren, salen a matar a las horas que lo desean. Están enlis-

tando a los muchachos, los están sacando de las casas. Detienen arbitraria­mente y luego inventan los delitos. Acá no ha vuelto nada a la normalidad. Si fuera así, no tendríamos un éxodo de muchos nicaragüen­ses que quieren irse del país”.

Usted ha participad­o en las protestas. ¿Cuál es la que más recuerda?

“Estuve en la marcha de los estudiante­s, pero en el anonimato. En la del 30 de mayo, de las madres, se sentía la euforia y un sentimient­o de unidad porque unos días antes, el 18 de abril, en Nicaragua despertó un volcán de unión y de valores, demostrand­o lo que en realidad es el nicaragüen­se. Hace once años nos veíamos muy individual­istas y hoy creemos en la comunidad”.

¿Qué es lo que más le piden a Ortega?

“Queremos justicia y sabemos que al adelantar las elecciones tenemos el pase para reestructu­rar este sistema y purificar a Nicaragua. Esto lo haría reconocer que el país lo que necesita es un oxígeno social, político y económico. En Nicaragua no se arreglará la crisis mientras esté la presencia de Ortega en el poder. Jamás. Nadie está convencido de que el país estará normal con él en la presidenci­a”

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