El Colombiano

FALTARON LOS BLUYINES

- Por ÓSCAR DOMÍNGUEZ oscardomin­guezg@outlook.com

Siempre se quedan cositas entre el tintero. O en el ropero, como en el caso del bluyín que no tuve en mi “jodentud”. Me lo recordó el memorioso señor Alzheimer a raíz de la feria Colombiamo­da que reúne en Medellín a los más encopetado­s dedales de la parroquia.

Nos visitan quienes imponen la dictadura de los trapos que hay que usar… mientras pasan al clóset, porque la moda, como el amor, es eterna mientras dura. Lo dicen en coro Perogrullo y Vinicius de Moraes.

Gracias al alzhéimer al revés que padezco, recordé que de niño nos matoneaban a los que íbamos de pantalones cortos por la pasarela vida.

“Te van a picar los pollos”, era la demoledora ofensa que nos afrijolaba­n los privilegia­dos que lograban coronar los pantalones largos. Como no se habían in- ventado los siquiatras me tocó superar ese acoso a palo seco.

En mis pantalones de niño se oía la música de la máquina Singer en la que nos cosía nuestra Custo Barcelona de cabecera.

La pinta del “street style” ( estilo callejero) de los años cincuenta incluía tenis Croydon descansado­s, anónimos, simples, sin ínfulas.

Recuerdo que prefería jugar fútbol descalzo. Sin saberlo, imitaba a Camus, quien jugaba de arquero para evitar que se le gastaran los proletario­s crocs de la época. Nada que ver esos “pisos” con los Chanel-Adidas Hu NMD, los sofisticad­os tenis de Pharrel Williams, el amigo de Álvaro Osorio, J. Balvin. Mi amigo “Clavito” calzaba los mismos tenis que yo.

Sospecho que los tenis de Pharrel tienen conexión a internet y algún cachivache que permita bajar música del exitoso reguetoner­o.

Redondeo la historia de mis pantalones de niño: Para escapar a la dictadura de los cortos terminé asilándome en el seminario adonde llegué estrenando largo. Pero aterricemo­s en los bluyines Lee. Solo algunos amigos pudientes los llevaban. Los cocacolos que los vestían mandaban en el corazón de las bellas.

Ellas sabían que solo los aristócrat­as de Lee podían invitarlas a tomar el algo en Versalles o el Astor después del matiné doble en los teatros Lido, Metro Avenida o María Victoria.

Con los “desbluyina­dos” no pasaban de cono de una bola en Sayonara del Parque de Bolívar.

Solo ahora que mi vanidad se ha retirado a sus cuarteles empiezo a superar el trauma de no haber usado esos vaqueros.

A propósito, me extraña que ningún modisto piense en ropa para lucir en el ocaso. En represalia por el desinterés por los viejos, invito a mis contemporá­neos a guardar sus chiros. Tarde o temprano volverán a ponerse de moda.

Y para dejar constancia de que no les guardo rencor a los zares de la moda por ningunearn­os, les regalo la fórmula reina para clausurar Colombiamo­da con toda la prosopopey­a del caso: inviten al senador Mockus para que, calzones abajo, exhiba públicamen­te los jardines colgantes de su babilonia sexual

Me extraña que ningún modisto piense en ropa para lucir en el ocaso.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia