El Colombiano

Brasil, el escape a la crisis de Venezuela

A diario llegan 400 migrantes a este país, según Acnur. El programa da beneficios hasta por seis meses.

- Por EFE

Una casa con jardín y cerca al mar en Río de Janeiro es el nuevo hogar de 36 refugiados venezolano­s, que, gracias a un programa de integració­n del gobierno de Brasil, fueron trasladado­s desde el fronterizo estado de Roraima, a donde llegan escapando de la realidad de su país.

“Cualquier lugar, porque hagas el esfuerzo que hagas, no da ni para comer, las personas se están muriendo”, expresó a EFE entre lágrimas Luz Mari Diaz, una de las nuevas habitantes de la casa de acogida que, junto con su hija de 6 años, dejaron su país atrás.

Los venezolano­s que llegaron a su nuevo hogar en Río, 28 mujeres y 8 niños, fueron acomodados en las habitacion­es en las que se les distribuyó respetando las relaciones familiares entre ellos, ya que la mayoría son madres solteras.

Los recién desembarca­dos en Río vivirán por un tiempo en un inmueble casi en las afueras de la ciudad, que pertenece al Colegio Santo Ignacio, pero que es gestionado como albergue por Caritas, una organizaci­ón de la Iglesia Católica que tiene acuerdos con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) para recibir refugiados venezolano­s.

Esta iniciativa, con apoyo de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) en Brasil, prevé una permanenci­a de las familias en la casa por un período de tres meses, prorrogabl­e hasta seis, en casos más vulnerable­s.

El proyecto para retirar venezolano­s en Roraima, uno de los más pobres de Brasil, comenzó hace algunas semanas y el viernes envió 24 a Cuiabá, 50 a Brasilia y 21 a Sao Paulo.

Adaptación

Además de un nuevo comienzo, este programa les ofrece servicios que favorezcan su integració­n, tales como cursos de portugués, orientació­n de cara a la obtención de documentos, atención psicológic­a y, sobre todo, ayuda para su inserción en el mercado laboral.

“Vengo a trabajar y a dar lo mejor del venezolano para que mi hija tenga un futuro, porque allá no se le puede comprar ni un lápiz así trabajes de lunes a lunes”, afirmó Díaz.

Se calcula que cerca de 400 venezolano­s cruzan a diario la frontera y que en el último año y medio han entrado en Brasil un total de 50.000, de los cuales la mitad está en Boa Vista, la capital de Roraima, estado que el presidente brasileño, Michel Temer, declaró en “situación de vulnerabil­idad” en febrero.

Estefanía Azuaje, quien empezó ingeniería de petróleo antes de emigrar y es madre de dos hijos, ve en esta mudanza a Río la “gran oportunida­d”, después de dos años sobrevivie­ndo en Boa Vista, ciudad saturada de venezolano­s, en la que “no hay más trabajo”.

Más oportunida­des

“Mi esposo y yo no comíamos para que los niños comieran, adelgacé casi 13 kilos, ahí fue cuando decidí irme para que mis hijos no pasaran hambre”, contó Azuaje, quien primero se marchó a Brasil sola y tuvo que volver a su país por su hija de 4 años, Tiara, quien estaba en estado de desnutrici­ón.

Su hijo mayor, Fabián, de 9 años, llegó a Brasil la semana pasada. Manifestó con gran madurez que extraña Venezuela, pero que sabe que la situación ahora no le permite estar ahí, y

agregó que ahora “estoy con mi madre, eso me hace más fácil estar aquí”.

Díaz, que a pesar de la situación se considera afortunada porque apenas pasó dos días en Boa Vista antes de que le aceptaran en la casa de acogida en Río, declaró que “lo peor fue dejar a mi familia y haber tenido que dormir en la calle”.

“Lo más duro ahora es estar lejos de mi madre que sigue en Boa Vista”, confesó sollozando Azuaje, quien también afirmó que dejar a sus hijos en Venezuela al principio fue como “si la mitad de tu espíritu, de tu alma, de tu mente siguiera allá y tú aquí casi como una zombi”.

“Pensaba, tengo que levantarme porque tengo que ir a trabajar pero no tengo fuerza ni ánimos para poder hacerlo, cada vez que veía un niño o una niña en una plaza lloraba y me imaginaba a mis hijos, pero ahora los tengo aquí y estoy muy feliz, porque tenerlos conmigo aquí es una nueva vida, un nuevo comienzo”, afirmó entre risas y llanto

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FOTO EFE Un nuevo hogar, por hasta seis meses, encuentran en Río de Janeiro los venezolano­s que deben migrar.

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