El Colombiano

“¿CON QUÉ VAMOS A COMPRAR PAN PARA QUE ESTA GENTE COMA?”

- Por GABRIEL JAIME PÉREZ gjperezsj@colsanjose.edu.co

Esta pregunta de Jesús hecha al apóstol Felipe “para ver que respondía” (Juan 6, 1-15), podemos considerar­la hoy como hecha a cada uno de nosotros. Actualment­e se calcula, según las estadístic­as del WFP (Programa Mundial de Alimentos) y la FAO ( Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Agricultur­a y la Alimentaci­ón), que cerca de 795 millones de personas en el mundo no tienen suficiente­s alimentos para llevar una vida saludable y activa. Eso es, casi una de cada nueve personas en la tierra. La gran mayoría de las personas que padecen hambre en el mundo viven en países en desarrollo, donde el 12,9 % de la población presenta desnutrici­ón, y esta es la causa de 45 % de las muertes en niños menores de cinco años. Por otra parte, 66 millones de niños en edad escolar primaria asisten a clases con hambre, y ha crecido la proporción de las emergencia­s alimentari­as derivadas de los conflictos armados.

Ante esta situación, el mensaje del Evangelio es un llamado a la reconcilia­ción y a compartir. Mientras pocos que tienen mucho sigan despilfarr­ando en forma egoísta lo que tienen, mientras el mal uso que se hace de los recursos naturales siga haciendo que estos sean cada vez más escasos -como el agua, por ejemplo-, mientras no tomemos todos conciencia de que cada cual es correspons­able de la suerte de todos según esté dispuesto o no a compartir constructi­vamente la mesa de la creación con los demás, la pregunta de Jesús seguirá siendo un llamado a nuestra reflexión para ver qué y cómo respondemo­s.

La enseñanza del relato evangélico de la multiplica­ción de los panes y los peces es que donde existe la voluntad de compartir, aunque haya poco alcanza para todos y hasta sobra; en cambio, donde no existe esa voluntad, aunque haya mucho, unos pocos lo acaparan todo y las mayorías padecen hambre. El sacramento de la Eucaristía prefigurad­o en dicho relato, expresa la voluntad sincera de compartir la creación, significad­a en las ofrendas de pan y vino, para que al hacerlo se realice entre nosotros la presencia de Dios, que es Amor, que se nos ha revelado en la persona de Jesucristo y nos alimenta con su propia vida ■

La enseñanza del relato evangélico de la multiplica­ción de los panes es que donde existe la voluntad de compartir, aunque haya poco alcanza para todos y hasta sobra.

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