EL FUTURO DE LA OMC
La Organización Mundial de Comercio (OMC), el eje sobre la cual se apoya el sistema de comercio internacional porque allí se ventilan los asuntos de política comercial, se arbitran las disputas y se pone en funcionamiento el marco legal del comercio, pasa hoy el peor momento de su historia. Frente a la guerra comercial que ha desencadenado la administración Trump, la entidad tiene las manos atadas e, incluso, está en peligro de verse obligada a dejar de funcionar por el bloqueo por parte de Estados Unidos al nombramiento de los jueces del Órgano de Solución de Diferencias (ORD). En esas condiciones, la OMC no puede mediar en ningún conflicto, incluyendo las enormes divergencias respecto a si las políticas comerciales de China son o no justas. Este último, el motivo que ha esgrimido Estados Unidos para iniciar sus escaramuzas.
En esas condiciones y para evitar que la entidad explote como consecuencia de una guerra comercial devastadora, es urgente reformarla. Ya exis- ten varias propuestas que deberían, eventualmente, discutirse en la cumbre de noviembre de los jefes de Estado del G20. La Fundación Bertelsmann envió hace unos días al director de la OMC las conclusiones de un estudio sobre el tema. Para la Fundación los países miembros de la OMC deben establecer un nuevo programa de trabajo basado en un diálogo multilateral renovado acerca de las políticas de comercio de países desarrollados y en desarrollo que distorsionan el libre juego de las fuerzas del mercado. También propone reforzar las capacidades del secretariado de la organización y un mecanismo de autoevaluación de los avances institucionales en procura del libre comercio. La Unión Europea y la China, por su parte, anunciaron a la salida de su encuentro en días pasados la creación de un grupo de trabajo sobre el tema de las refor- mas al sistema multilateral.
También existe la posibilidad de que Estados Unidos deje la OMC, como planteó un antiguo director de la entidad. Sin embargo, la revista The Economist (21 de julio de 2018), hace un punto interesante. La postura de Estados Unidos al final serán los jefes negociadores quienes la propongan y para ellos el objeti- vo es rehacer la OMC, no abandonarla completamente. Tampoco debe olvidarse que el objetivo de la ira de Estados Unidos es China, frente a la cual la OMC fue débil a pesar de distorsionar a gran escala los mercados. Tanto Estados Unidos como Japón y la Unión Europea comparten el deseo de disciplinar el mercantilismo chino con sus grandes empresas estatales, utilizando subsidios que distorsionan los mercados y que causan sobreabastecimiento.
Llamar al orden a la China no se logra con el actual estado de cosas. Las conversaciones que ya se están dando entre los países involucrados, un poco forzadas por la actitud de Estados Unidos, puede llevar a un buen puerto una reforma de la OMC. Vendrán arduas jornadas de diálogo, pero como dijo el gran Adam
Smith “el hombre es un animal que hace acuerdos” ■
Tampoco debe olvidarse que el objetivo de la ira de Estados Unidos es China, frente a la cual la OMC fue débil a pesar de distorsionar a gran escala los mercados.