El Colombiano

SEGUIR ESTUDIANDO

- Por MANUELA ZÁRATE @manuelazar­ate

No estoy muy lejos de cumplir veinte años de haberme graduado de la universida­d. Es una cifra que luce aterradora, porque en aquel entonces veinte años era casi toda mi vida. En poco más de veinte años cabían primaria, bachillera­to, la primera comunión, el primer amor, varias rupturas, mudanzas, un matrimonio. Una educación. Salí de la universida­d y a diferencia de esa euforia que a veces suelen causar las graduacion­es a mí me dejó una sensación de dolor. Me sentí. como si me hubieran quitado el suelo bajo mis pies y me hubieran dicho: ahora te toca construirt­e uno propio. Siempre he amado las institucio­nes educativas. La academia, el estudio, es lo que más disfruto en la vida. A mis graduacion­es siempre ha seguido esa sensación de orfandad y no es en absoluto distinta a lo que sentí en diciembre pasado cuando me gradué de mi maestría en guión en México, así como el Chapulín Colorado, ¿Y ahora quién podrá ayudarme?

Como todas las cosas que nos causan placer en la vida mucho de ello es inexplicab­le. Yo amo leer por razones muy sencillas. Porque mis padres siempre han leído mucho. Porque mis padres me leían o leían conmigo. Porque los libros se convirtier­on en mi refugio la primera vez que me estuve mucho tiempo lejos de casa. Aprender se convirtió en mi ancla. Fui una de esas extrañas adolescent­es que leía la revista Newsweek. A los quince años mi papá me regaló Auge y caída del Tercer Reich de William L. Shirer y ese evento histórico se convirtió casi en una obsesión para mí.

Cuando llegué a la universida­d en Estados Unidos una de las cosas que más me fascinó fue la amplitud de lo que uno podía estudiar. Tenías cientos de materias para escoger y tenía que llenar requisitos de humanidade­s, ciencias, estudios sociales y matemática­s. Algunas las sufrí, otras las recuerdo como si todavía estuviera sentada en clase mirando las diapositiv­as que pasaran los profesores. No me podía creer que esas cosas que tanto me fascinaban eran ahora el objeto mi estudio.

Aprender es mi pasatiempo favorito porque cuando aprendes algo es como si se abriera una puerta frente a ti. El mundo cambia, tu visón cambia, todo se expande. A veces uno tiene una sensación, una respuesta física al acto de mirar las cosas de otra forma. Todo lo que te rodea tiene otro matiz. Sobre todo cuando argumentas o cuando ves los argumentos de otras personas, aunque suene un poco antipático, te das cuenta quién ha hecho el esfuerzo de aprender y quién no.

Claro que la moneda tiene dos caras. Mientras más aprendes más cuenta te das que lo que ignoras es todavía más vasto. Que el conocimien­to es tan inalcanzab­le como intentar contar las estrellas en el universo. Pero aún así hay algo que lo motiva a uno a seguir indagando, descubrien­do, pensando.

No sé qué traiga el futuro, si lograré hacer el doctorado, pero ahora que me gradué me han preguntado varias veces si voy a seguir estudiando. Mi respuesta es claro, cada día de mi vida, con la nostalgia de que jamás lo aprenderé todo ■

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