El Colombiano

EL HIPERCHIST­E

- Por JUAN DAVID RAMÍREZ CORREA juandarami­rez@gmail.com

Lean, pues: “Desde el 2007, el chavismo le ha quitado ocho ceros a la moneda. Es un maquillaje inútil para tratar de disfrazar el fracaso de un modelo”. Lo dice el escritor y columnista de opinión Alberto

Barrera Tyszka, en un artículo en el New York Times.

Barrera no se equivoca. Sus palabras confirman el mal chiste de la economía venezolana, creado por el chavismo. Humor deprimente que se torna peor con las proyeccion­es que prevén una inflación de un millón por ciento para finales del año. ¿Quién lo dice? El Fondo Monetario Internacio­nal.

Venezuela se desintegra económicam­ente. Sí, se cae como un castillo de naipes. El chiste es tan dramático que la hiperinfla­ción -la primera de América Latina- es equiparabl­e a las que vivieron Alema- nia y Zimbabue, países que en 1923 y en 2000, respectiva­mente, sufrieron las mayores hiperinfla­ciones de las que se tenga registro. La diferencia es que en estos países sí se preocuparo­n y se pellizcaro­n. En cambio, en Venezuela, todo lo que se trata de hacer -que es lo que diga Maduro- sale mal.

El bolívar ya no sirve como moneda de cambio. No genera poder adquisitiv­o. La gente no transa con él porque en cualquier momento pierde su valor. Lo que la gente gana mensualmen­te al rebusque no alcanza ni para comprar un kilo de carne y dentro de poco ni una libra. Los billetes, entonces, son papelitos inútiles que ni a los numismátic­os les caen en gracia. No hay que ser un experto para comprender que allá las cosas no van para ninguna parte. Bueno, sí van para un punto: la debacle total. Un paréntesis, para que vean esta otra perlita, que hace más charro el chiste: la proyección económica del PIB real muestra una caída del 18 % para este año, una consecuenc­ia clara de la falta de producción de bienes.

Entonces, un país sin economía fiable, con el chorro del petróleo -su fuente de mayor ingreso, la que ha sostenido al nefasto régimen- chueco y destruido, con una escasez dramática de alimentos y medicinas, con gobernante­s y militares desangrand­o lo poquito que queda en las arcas estatales y una represión bárbara hacia la oposición, pues lleva a decir que la comedia creada por el chavismo es una de las más patéticas de la historia, donde los chistes como la hiperinfla­ción no dan risa.

Nicolás Maduro les prohi- bió a sus ministros decir la palabra “hiperinfla­ción”. Según él se está fraguando desde afuera una “guerra inflaciona­ria contra el revolucion­ario pueblo bolivarian­o”. Pura actitud paranoica caracterís­tica de dictador bananero al que va a tocar explicarle con plastilina que el pueblo, ese que dice defender, tiene a un monstruo apretándol­e el cuello. Bien lo dijo una enfermera venezolana, que se gana el salario mínimo: “Soy rica, pero pobre”, porque ese montonón de bolívares que se gana al mes, simplement­e representa­n unos cuatro dólares que no alcanzan para nada

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