SOBRE INFORMACIONES CAMBIANTES
Estación Camaleón, animal este que cambia de colores (y hasta de posición) para camuflarse y pasar desapercibido creando una confusión que depende del ambiente, y así es y no es en su apariencia, o al menos en el momento que está viviendo. Los biólogos (en este caso los zoólogos) dicen que el camaleón es un animal nervioso y se excita por cualquier cosa. Y su respuesta es modificarse en colores y rugosidades, mientras la boca se le seca y la lengua se le pone dura. Cosa que no pasa con la salamandra, pariente genético suyo, que según la leyenda atraviesa el fuego sin quemarse. Sea como sea, a la estación Camaleón llegan los que buscan salir de un lío, cambiar de figura (de manera temporal) y ponerse en situación defensiva, condición que para los tiempos que vivimos parece una constante. Los datos abundan, se mezclan, unos se pierden y son reemplazados por otros, las cosas cambian de color y las palabras de significado. Y ahí vamos, tratando de entender y más perdidos.
Por estos días de inteligencia artificial, donde no nos cuestionamos si esto es inteligencia, la información se multiplica y, como el camaleón, cambia según las circunstancias, los intereses y los problemas que se enfrentan. Y como no hay análisis de causas sino de efectos (nos hundimos en un maremágnum de conocimiento empírico y las cosas pasan en un azar continuado), tomamos esto y aquello y lo enredamos dejando cabos sueltos por encima y por debajo, por los lados y desde cualquier mitad, pues la información se deforma y no tiene centro sino chispazos, como cuando un cable es recorrido por diversos cortos: se oye el chirrido y lo demás son sustos. Vivimos en corto, y esto es claro y no es claro. O, dicho de otra manera, las informaciones se prenden y se apagan y en este juego se pierden hechos.
La información (no la comunicación), busca que los perceptores reciban estímulos y, a falta de análisis serio, se emocionen y creen toda clase de reacciones, como el potasio cuando entra en contacto con el agua. Así que recibimos estimulantes, creamos burbujas, las vemos explotar y antes de decir nada, llega otra andanada de datos en desorden que, como le pasa a Sophia, el robot (la showphía), la dejan con los ojos abiertos y la boca torcida, pues sus algoritmos se han confundido y lo único que puede hacer la pobre máquina es quedarse quieta para no fundirse. Y en estas estamos, en medio de una multidireccionalidad de lo que va y no va.
Acotación: La comunicación (que es lenta porque maneja contenido) es el previo a cualquier acción, decía Otto
Apel. La información, en cambio, por su rapidez, no lleva a la acción sino a la espera. Y si esta se desordena, ya no informa sino que tensiona. Y de ahí en adelante lo que sigue es estrés camaleónico ■
Vivimos en corto, y esto es claro y no es claro. O, dicho de otra manera, las informaciones se prenden y se apagan...