El Colombiano

FORMAR JUECES Y MAGISTRADO­S

- Por RAÚL E. TAMAYO GAVIRIA rtamayo@une.net.co

Hola todos, aquí estoy otra vez, saludos. Una importante conferenci­sta decía en su discurso que las mujeres hablan el doble que los hombres. “Así, por ejemplo, si un hombre dice mil quinientas palabras, las mujeres tendremos que decir tres mil, para que entiendan”.

El moderador del evento la interrumpi­ó para decirle: --¿Cómo dice profesora? Pues yo no quiero imaginarme un discurso de Claudia López por duplicado. Dicen que “para buenos entendedor­es, pocas palabras bastan”.

Lo que sí entiendo muy bien es que entre los que practican una misma profesión, se defiendan mutuamente y al mismo tiempo elogien su oficio. Es muy normal que un ilustre expresiden­te del Consejo de Estado y decano de una facultad de derecho, escriba pidiendo respeto para los magistrado­s de las altas cortes en Colombia. Pero cuando esas Cortes están pasando por los senderos escabrosos del desprestig­io debido a las conductas de algunos de sus miembros actuales y pasados, también es normal que le lluevan críticas a esos defensores por compromiso.

Esta semana escribió Juan Gómez Martínez: “El respeto cuando se merece”, en este mismo periódico en el que acepta que hay que respetar los actos de las Cortes, pero que ese respeto se lo tienen que merecer. El profesor de Derecho, gran abogado y conferenci­sta, Julio

Enrique González, replicó el artículo del decano de Derecho y exmagistra­do, recordándo­le en una forma didáctica en forma de preguntas, por si el articulist­a “lo pone en duda” las fallas de la Cortes y sus magistrado­s, como los tres expresiden­tes de la Corte Suprema que están en la cárcel, o cuando el Consejo de Estado de nombrar Fiscal General en la presidenci­a de Uribe para que fuera Santos el que enviara la terna. Y esto fue con el decano en el Consejo de Estado. Los casos de Luis Alfredo

Ramos, sin condena ni acusación formal, pagó tres años de cárcel, Óscar Arboleda, murió esperando justicia, las acusacione­s a Santiago Uribe y a su hermano el expresiden­te, con testigos falsos y confesos en sus testimonio­s.

Lo que sabemos es que como profesor de Derecho en la UPB, el exmagistra­do esté enseñando a respetar a los jueces y magistrado­s, pero ¿qué hay de la ética y la responsabi­lidad con la verdad en los fallos? Me imagino que en una universida­d católica y pontificia como la Bolivarian­a, es primordial preparar a sus futuros abogados no solo a respetar la justicia al obedecerla, sino a ejercer la justicia al impartirla como jueces.

Aristótele­s decía: “Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”.

Magistrado­s: Sean justos y los respetarem­os y acataremos.

Ñapa: Mi amigo Vargasvil se lució con este comentario: “La diferencia entre Timochenko e Iván Cepeda es que mientras el uno no conoce una cárcel, el otro ha estado en todas. El siete de agosto empieza una nueva etapa en Colombia

Cuando esas cortes están pasando por senderos escabrosos del desprestig­io debido a las conductas de algunos de sus miembros, también es normal que les lluevan críticas.

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