Más niños están en las bandas de narcotráfico en Río.
Tan solo en diez años la cifra de menores de edad alistados en bandas y narcotráfico aumentó en un 50%. Algunos lo hacen de forma voluntaria.
Tan solo tenían entre 10 y 12 años cuando ingresaron al narcotráfico y al crimen organizado que operan en las favelas de Río de Janeiro, Brasil. Se trata de menores de edad que fueron convocados por grupos al margen de la ley para participar de actividades delictivas y, aunque no es algo nuevo en esta área de la ciudad, en la que las playas y construcciones lujosas contrastan con la pobreza, según un estudio publicado esta semana por el Observatorio de Favelas de ese país, de 2006 a 2017 el número de niños en esas actividades se duplicó.
Para llegar a estas conclusiones, el Observatorio de Favelas de Río de Janeiro entrevistó a 150 jóvenes vinculados con redes de narcotráfico y 111 adolescentes recluidos en reformatorios del Departamento General de Acciones Socioeducativas de esa localidad, desde mayo de 2017 hasta abril de 2018. Es decir, una muestra de 261 personas que estuvieron relacionadas con actividades ilegales. El hecho es que casi la mitad aseguró que las personas comienzan a deliquir cuando aún son niños. Este resultado alarmó a los investigadores.
De acuerdo con los datos recopilados por esa ONG, hace doce años tan solo el 6,5 % de los niños vinculados a actividades delictivas en Río tenían menos de doce años. Además, otras personas habrían ingresado al comercio ilegal cuando tenían entre 13 y 15 años. Algunos buscarían este tipo de ocupación como una alternativa a la pobreza, decisión que crea un problema más: la creciente deserción escolar de los menores de edad. personas participaron en la investigación de la ONG Observatorio de Favelas.
Crimen y pobreza
Iván Godoy, periodista de Radio Senado de Brasilia, le explicó a EL COLOMBIANO que el contraste social que tiene Río de Janeiro debido a la presencia de barrios ricos como Copacabana, cerca de las favelas, aumentó la violencia, algo que en otras ciudades no ocurre. Comenta que, “antes había crimen en Río, pero no era organizado, sino que tenía pandillas o carteles”, pero ahora esos pequeños grupos tomaron más fuerza y se les sumó un problema, el narcotráfico, porque “Brasil es un punto de paso de droga”.
Pero más allá de la situación de orden público, las rea- lidades sociales son las que los impulsan a terminar envueltos en actividades delictivas. De acuerdo con la investigación, “ayudar a la familia y ganar mucho dinero fueron las principales motivaciones para ingresar en la red del tráfico de drogas” y es que participar en el comercio de sustancias psicoactivas significa tener un ingreso que no po- drían alcanzar, ni siquiera, en el mercado laboral. Sin embargo, un porcentaje menor encuentra otros dos motivos: las influencias de los amigos y la posibilidad de sentir “la adrenalina derivada de la actividad”. Además, estas serían las mismas razones por las que los menores de edad deciden quedarse allí.
¿Y sus derechos?
José Luis Marín Fuentes, profesor de la facultad de Derecho de la Universidad de Medellín, comenta que el uso de menores para edad en actividades delictivas “es un fenómeno en el ámbito global” y que sus de-
rechos son violados “en la medida en que se les constriñe de forma involuntaria para participar en hechos delictivos”. Marín agrega que fenómenos similares se utilizan en países como Colombia, México e India donde los niños se relacionan con delincuentes.
Un estudio realizado por el doctor en Sociología brasileño Jailson de Souza e Silva reseñó que quienes viven en las favelas y periferias son las personas más afectadas por diversas formas de violencia. Entonces, estos menores de edad viven en un constante riesgo de vulneración de sus derechos.
Una solución a este problema, según el Observatorio de Favelas, estaría en estudiar la legalización, la descriminalización y despenalización de los consumidores, algo que aún es un interrogante para diferentes países latinoamericanos afectados por el narcotráfico