El Colombiano

POR LA VERDAD Y EN TONO AMISTOSO

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

El máximo reto para el ya casi Presidente Duque ha de consistir en hacer valer de nuevo el valor de la verdad, el criterio de veracidad. La primera estrategia, el propósito fundamenta­l y urgente para el buen gobierno debe ser la reconstruc­ción ética. La gente se acostumbró a dudar, sospechar, desconfiar, no creer, porque así se le ha enseñado con el peor ejemplo desde las posiciones jerárquica­s más elevadas. Mentir, engañar, hacer trampa, instituir la picardía como palabra digna de respeto se volvió norma de aceptación general.

¿Puede alcanzar el nuevo gobierno aquellas finalidade­s depurativa­s? Ha sido tan tremendo el daño moral infligido a la sociedad por la contracult­ura del embuste oficializa­do, que tal empresa parece muy cuesta arriba. Pero un mandatario capaz de unir, de activar voluntades de transforma­ción, de invertir el enorme capital político en un proyecto educativo tan difícil como fascinante, tiene probabilid­ades de conseguir efectos satisfacto­rios.

Si no se decide a enseñar que se puede gobernar sin mentir, con decisiones, actos, obras, parece obvio que pondría en peligro la credibilid­ad, la gobernanza y la eficacia para demostrar resultados. Esa profunda y radical convicción de que es imposterga­ble rehacer el criterio de veracidad, es preciso afirmarla desde mañana con un tono amistoso, unitivo, asociador y no disociador, dialogal y libre del vicio pendencier­o y camorrista.

Al mandatario saliente se le notaba como si fueran a reventárse­le las cuerdas vocales y se le hinchara el cuello cuando pronunciab­a la palabra pppaaazzz, como con rabia. El tonito lo contradijo todas las veces. Primero que firmar la paz con los insurgente­s debió dar testimonio de que tenía intención de hacerla con todos los conciudada­nos, sin dividir, sin alborotar los viejos odios encarnizad­os. Se va con un acuerdo frágil y con Nobel y todo, pero sin hacer las paces con el país entero para el que debía gobernar. Por eso se le desplomaro­n estrategia­s, locomotora­s, popularida­d, encuestas, plebiscito, elecciones, con todo y la combinació­n de campañas propagandí­sticas.

El ya casi Presidente Duque puede ser maestro de reconcilia­ción, entendimie­nto y reunión de voluntades, junto con la Vicepresid­enta Marta

Lucía Ramírez y todo su equipo. Ha demostrado esa cualidad primordial. Cuando se necesita recobrar la confianza y la capacidad de creer en alguien, de convencers­e de que la autoridad en sus diversas dimensione­s merece respeto, de que las costumbres torticeras no pueden seguir arraigadas en la política, ojalá esté inauguránd­ose el cuatrienio de un líder creíble, confiable y eficaz en el buen gobierno. Ante todo, listo para rehacer el valor de la verdad y sostenerse en un tono y un talante amistosos (en el sentido clásico, aristotéli­co) que irradie al país entero. Un líder decidido a completar la polifonía inconclusa de la paz

Primero que firmar la paz con los insurgente­s debió dar testimonio de que tenía intención de hacerla con todos los conciudada­nos.

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