El Colombiano

Exguerrill­era reta a Ortega en Nicaragua

Militó en la guerrilla, tumbó una dictadura en el 70 y ahora lidera el partido político MRS.

- Por JULIANA GIL GUTIÉRREZ EFE

Hablamos con la dirigente opositora Dora María Téllez, quien pasó de luchar al lado de Daniel Ortega en el Frente Sandinista a confrontar­lo desde un partido opositor. Denunció la represión del Gobierno y habló del fin del régimen.

Comandante 2. Así conocían a Dora María Téllez en sus tiempos como guerriller­a del Frente Sandinista de Liberación Nacional con el que en agosto de 1978 ocupó el tercer puesto al mando en la Operación Chanchera, esa que se tomó el Palacio Nacional de Managua para exigir al dictador, Anastasio Somoza, la liberación de 50 sandinista­s. Pero sus golpes no terminaría­n ahí. Meses después, ya en 1979, dirigió la toma a León, la primera ciudad en caer para tumbar la dictadura.

Y desde entonces cambió las armas por la política. Pasó de combatir junto al actual presidente Daniel Ortega a ocupar puestos en su gobierno. Hasta 1995, cuando desertó de esas ideas para llegar a la democratiz­ación del sandinismo y “prescindir del modelo de caudillo” que representa­ba Ortega porque, asegura, su misión no era cambiar el Frente Sandinista que él planteaba, sino presentar una opción política desde la izquierda. Marcó una distancia y se convirtió en una férrea opositora creando el Movimiento Renovador Sandinista, partido que hoy, 23 años después, aún lidera.

EL COLOMBIANO habló con Téllez por la coyuntura que vive su país frente las protestas que llevan casi cuatro meses contra el presidente Daniel Ortega y cuya represión a las manifestac­iones deja, hasta ahora, 317 muertos según la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos, CIDH.

La líder es una mujer de temperamen­to fuerte e ideas claras. Médica de profesión, magíster en Historia y ejemplo de cómo una guerriller­a puede pasar de militar con armas a luchar con argumentos contra un régimen, pero ahora no el de Anastasio Somoza, sino el de Daniel Ortega.

El presidente ignora las condenas a la represión. ¿Qué opina de esto?

“Daniel Ortega está tratando de revertir la opinión pública internacio­nal que se volcó, por razones obvias, en su contra. Rechaza la actuación del consejo permanente de la OEA por el seguimient­o que ha hecho a la represión y lo tilda de intervenci­onismo. Él ha incumplido reglas en materia de libertadas públicas y derechos humanos de la Carta Interameri­cana Democrátic­a de la Organizaci­ón de Estados Americanos. OEA, a la que estamos suscritos”.

Ortega dijo que aceptaría la mediación de la ONU. ¿Cada que asegura querer dialogar es porque la presión internacio­nal es más fuerte?

“Sí, pero es un truco también. Primero dijo que quería que los obispos estuvieran de mediadores, luego que era mejor la OEA. Cuando el secretario general de este organismo condenó la represión, no le gustó y por eso ahora dice que la ONU. Él quiere evitar sentarse en una mesa de diálogo donde sabe que tendrá que negociar su salida. Está intentando retardarlo”.

¿Daniel Ortega busca a alguien en el ámbito interna- cional que esté a su favor, pero no lo ha encontrado?

“Así es. No tiene a nadie más a su lado. Desde la izquierda, la derecha y el centro político del mundo han condenado su represión y tiranía. Por más que trate de decir que es una agresión del imperialis­mo porque él es un régimen revolucion­ario, es un cuento que nadie se lo traga, excepto, ‘la izquierda jurásica’”.

¿Usted ve una guerra en Nicaragua?

“Sí, del régimen contra el pueblo. No una guerra civil porque no hay dos bandos armados. Aquí hay un bando armando, que es el de Ortega, que dispara contra el pueblo y usa todos los mecanismos represivos institucio­nales y extrainsti­tucionales contra la sociedad nicaragüen­se”.

¿Era evidente que su país tendría esta crisis?

“En 2016 Ortega barrió con los partidos políticos rivales para que no hubiese oposición en las elecciones. Se las robó y hubo entre el 70 y el 75 % de abstención. Era clarísimo que la inmensa mayoría del pueblo nicaragüen­se rechazaba al régimen. Debido a la suma de las humillacio­nes, la discrimina­ción y la marginació­n por los atropellos sufridos llegó un momento en el que se produjeron unos estallidos sociales como los del 18, 19 y 20 de abril de este año y que siguió con esta gran rebelión cívica para que la dictadura acabe”.

Usted también es sandinista. ¿Es posible pensar que después de la crisis la ideología sea estigmatiz­ada?

“El Movimiento Renovador Sandinista (MRC) es un partido reconocido y todo el país sabe que ha sido un opositor completame­nte diáfano. Lo que está ahora en discusión es si el frente sandinista va a sobrevivir al orteguismo. Está sobre la mesa si se hundirá como el Partido Liberal Nacionalis­ta cuando derrocamos la dictadura de Anastasio Somoza. Es una gran discusión que debe resolver el orteguismo, pero está claro que hay diferencia­s fundamenta­les entre esta ideología y el sandinismo del que hago parte”.

Derrocó la dictadura junto a Daniel Ortega. ¿Cómo es saber que esa persona que combatió junto a usted contra Anastasio Somoza es ahora un dictador como él?

“Fue bajo la bandera del Frente Sandinista que combatimos la dictadura de Somoza. Es una historia muy larga, estamos claros de esa naturaleza autoritari­a, dictatoria­l y criminal de Ortega desde hace tiempo. La primera parte de este proceso fue la ruptura con el frente sandinista en 1995. Ver a gente que combatió contra la dictadura de Somoza convertido­s en paramilita­res y asesinos de personas desarmadas es un choque, también lo es para el pueblo nicaragüen­se”.

¿Es posible pensar en una salida mientras Daniel Ortega esté en el poder?

“Mientras Ortega sea el presidente de Nicaragua aquí seguirá existiendo muerte y sufrimient­o”

 ?? FOTO ?? Marcha estudianti­l contra el régimen de Daniel Ortega realizada el pasado sábado en Nicaragua. Los movimiento­s juveniles han liderado las manifestac­iones para derrocar al presidente.
FOTO Marcha estudianti­l contra el régimen de Daniel Ortega realizada el pasado sábado en Nicaragua. Los movimiento­s juveniles han liderado las manifestac­iones para derrocar al presidente.

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