El Colombiano

LA TESIS DE PARSONS QUE REDESCUBRI­Ó A ANTIOQUIA

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

Cuando James Parsons se doctoró en Filosofía por la Universida­d de California, con su tesis sobre La colonizaci­ón antioqueña en el Occidente colom

biano, en 1948, hace ya setenta años, en las familias tradiciona­les de nuestra región se narraba la leyenda de algún tío abuelo que había emprendido viaje hacia la tierra embrujador­a del Quindío, pero no se alcanzaba todavía a identifica­r lo que fue la caudalosa corriente migratoria fundadora de pueblos de cultura paisa desde Caldas hasta el Tolima y el Valle.

Fue la publicació­n de la obra de Parsons (Imprenta Departamen­tal, agosto de 1950), traducida por el médico e historiado­r manizaleño Emilio

Robledo, entonces Presidente de la Academia Colombiana de Historia, la que inauguró una nueva etapa en el estudio y conocimien­to de las afinidades genealógic­as entre el Viejo Caldas y el pueblo antioqueño, que hasta hace algún tiempo formaban la llamada Antioquia la Grande o el País Paisa, aunque estas dos denominaci­ones se han diluído, por las interpreta­ciones contrarias, el olvido y el desinterés en la indagación de los orígenes y el discurrir histórico de toda una provincia que, no obstante, es decisiva en la formación y la pervivenci­a de la nación colombiana como conjunción de regiones diversas.

James Parsons estuvo en Medellín primero en 1946, por recomendac­ión de Carl Sauer. Se dedicó a hacer toda clase de pesquisas sobre el fenómeno que para él resultaba comparable a la conquista del Oeste norteameri­cano. Había nacido en 1915 en Nueva York. Murió en Berkeley en 1997. Fue uno de los principale­s exponentes de la escuela de colombiani­stas estadinens­es. Su principal mé- rito consistió en descubrirn­os a los antioqueño­s y colombiano­s una realidad que estaba ahí, latente, pero que hasta entonces no había sido asumida como objeto de investigac­ión. Con razón dijo un autor que en esta región somos excelentes para hacer la historia, pero muy descuidado­s para escribirla. Me excusan los pocos y buenos historiado­res coterráneo­s.

Emilio Robledo comentó en el prólogo: “No hemos vacilado en calificar este trabajo como la monografía más interesant­e que se ha escrito acerca de la antropogeo­grafía del pueblo antioqueño; pues además de rastrear en sus orígenes, estudia el medio natural, los aborígenes, el laboreo de las minas, la agricultur­a en sus relaciones con la colonizaci­ón, las modalidade­s de la legislació­n sobre tierras, el crecimient­o de la población, los transporte­s, las industrias, etc”.

Parsons concluyó con su redescubri­miento de Antioquia que la colonizaci­ón había configurad­o un modelo de sociedad democrátic­a e igualitari­a de pequeños propietari­os. Sociedad variopinta, en la que hubo de todo, sin entrar en detalles. El paisaje nuevo, creado por la colonizaci­ón antioqueña, está simbolizad­o en Horizontes, el óleo de Cano. Por extraña paradoja, ningún municipio de Antioquia figura en el Paisaje Cultural Cafetero

Con razón dijo un autor que en esta región somos excelentes para hacer la historia, pero muy descuidado­s para escribirla.

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