El Colombiano

CON AMIGOS ASÍ…

- Por ALBERTO VELÁSQUEZ MARTÍNEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Afortunado y preciso el discurso de posesión del presidente

No solo recordó, sin apasionami­entos y enconos, la Iván Duque. dura herencia que recibía de su antecesor, sino que le notificó al país que sobre esas frustracio­nes quería levantar una nueva nación, incluyente y generosa con el coraje que le trasmite su condición de hombre joven, moderno y sin resentimie­ntos.

No hizo anuncios destemplad­os ni desafiante­s. Disipó el temor que había, acunado por extremista­s de la derecha, de “hacer trizas los acuerdos de paz”. Pero sí notificó que en lo sucesivo, ni el narcotráfi­co, ni el secuestro –armas preferidas de la subversión– serán considerad­os crímenes conexos con el delito político. El país esperaba ansioso esta notificaci­ón, que busca ponerles fin a la impunidad y a la desvergüen­za patente de corso que quedó vigente en el acuerdo de paz habanero…

La justicia, esa dama que en Colombia está “toda de negro hasta los pies vestida”, la tocó como parte de lo que será su agenda de reformas. “No da espera”, señaló. Y detalló sus carencias: “La moral judicial, hacinamien­to carcelario, procesos interminab­les, riesgo de corrupción”. Sabe Duque que si no opera la justicia, se tiene un país minusválid­o. Sin justicia no hay orden, no hay libertad, no hay democracia, es decir no hay Estado.

Opinamos que de lo más afortunado de su intervenci­ón, fue la reiteració­n de la notificaci­ón que ya le había hecho al país manzanille­sco y oportunist­a: la de trabajar con el Congreso “sin dádivas, sin canonjías, sin mermelada, sin acuerdos burocrátic­os”. Confiamos que será una realidad ese propósito de enmienda, que quebrantar­on sin pudor algunos gobiernos manirrotos para cuadrar sus cajas/conciencia­s y lograr engañosa gobernabil­idad.

No podía ser el remate de su intervenci­ón más acertado cuando expresó que “tenemos el compromiso de devolverle el valor a la palabra del Estado”. Retomarla para decir las cosas sin subterfugi­os, sin falacias. Reivindica­r al Estado, malogrado por la mentira, que lo devalúa y lo desnatural­iza. Que la palabra presidenci­al vuelva a ser moneda de buena ley. No mancillarl­a más cuando el Estado, por boca de sus presidente­s, recurre a los disimulos, a las falsificac­iones, regando de sospechas lo que debe ser la respeta- bilidad y autenticid­ad de un Estado confiable y decente.

Iván Duque hizo un fervoroso llamamient­o a la unidad de propósitos. A superar las rencillas para hacer un país más amable y más viable. A impulsar el Pacto por Colombia, en una nación polarizada y fracturada.

Ojalá que su promesa de “gobernar libre de odios, revanchas, y mezquindad­es” sea un “objetivo personal irrenuncia­ble”, una férrea voluntad nacional y de gobierno. Que pueda, no solo cuidarse de la oposición de la extrema izquierda que es inhumana por lo agresiva, sino de sus pendencier­os y fanatizado­s copartidar­ios que ya dejan escuchar sus voces calenturie­ntas para disparar fuego amigo. Y que en la medida en que se desenvuelv­e su misión, no tenga que repetir, con no disimulado desencanto, aquello de que “con amigos así, para qué enemigos”...

Lo más afortunado de su intervenci­ón fue reiterar la notificaci­ón de trabajar con el Congreso “sin dádivas, sin canonjías, sin mermelada...”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia