Nairo deja su vibra en la Vuelta
En vísperas de su presencia en la ronda de España, Quintana deja su estela en giro nacional.
El frío todavía envolvía a un adormecido Paipa cuando Nairo Quintana echó a andar por las carreteras que tanto ha recorrido rodeado por los muchachos del Boyacá es para vivirla, el equipo que el hijo de Cómbita apoya desde hace más de un año.
Nadie lo supo, quizás porque lo único que necesitaba Nairo era llenarse de calma con la familiaridad de esos paisajes y, de paso, transmitir a los corredores del Boyacá un poco de ese aura que emana y que no necesita muchas palabras porque lo que transmite sencillamente rodando en su bicicleta es suficiente.
Su presencia fue un rumor inevitable que se expandió por la zona. “Nairo estuvo aquí”, fue un eco que repercutió el día de descanso de la Vuelta a Colombia, en Paipa.
“Rodar al lado de él es un privilegio para nosotros. Lo que representa para el país es inmenso. Siempre se pueden sacar de él aprendizajes”, señala Óscar Rivera, el mejor de su escuadra en la general de la Vuelta (27°), en la que no la han tenido fácil para figurar.
Esto, incluso, despertó algunos comentarios en los que se achacó cierta apatía de la afición boyacense por la Vuelta por el poco protagonismo del Boyacá y el Ebsa, escuadras de la entraña de la región.
“Ellos saben (sus corredores) que cuando llegan a competencia élite siempre van a estar propensos a críticas. Pero el talento de saber montar una bicicleta y recorrer miles de kilómetros tiene que estar acompañado con la fuerza mental”, dice Oliverio Cárdenas, director deportivo del Boyacá y maestro de carretera y de la vida de corredores como Esteban Chaves, entre otros.
“Yo lo veo y me digo: si él puede sobrellevar todos los días semejante presión; críticas, elogios y hasta insultos, cómo va a desfallecer uno en ese propósito por ser mejor en lo que decidió hacer en la vida”, exalta Cayetano Sarmiento, amigo cercano de Nairo y corredor del Boyacá.
La presencia física de Nairo se disipó rápido. La Vuelta dejó atrás Boyacá y tomó camino a Santander, mientras que el campeón del Giro de Italia y Vuelta a España conti-
nuará su preparación en víspera de la última “grande” del año, en la que lleva sobre sus hombros una pesada mochila que nunca ha evitado.
Ayer la caravana del giro criollo pasó por su casa en Arcabuco, que ostenta sobre su fachada la imagen monumental de Nairo en su bicicleta y dos esculturas suyas que se erigen soberbias al lado de la tienda de sus papás.
Y aunque él no esté presente, su cuna, como la de los hombres nacidos para la grandeza, genera un magnetismo difícil de eludir. “Pareciera que mientras más gana, más en deuda queda. Lo que puede rescatarse de su situación es que jamás le hace quite a los problemas”, señala Sarmiento.
Como apareció, Nairo volvió a esfumarse. Parece que un rato o un simple paso por su casa bastan para que quede algo de él en el aire