LA OTREDAD COLOMBIANA
La otredad es el reconocimiento del otro como un sujeto diferente que no forma parte de una comunidad propia. Somos la aplicación práctica del concepto; un conglomerado de otros que convergen en un territorio delimitado denominado Colombia, un país diferente social, política y económicamente, con particularidades ancestrales aplastadas por las occidentales; el recuerdo del choque de “dos mundos” que mira al sujeto distinto como blanco de ataques, donde la negación de las características propias son el legado colonial impuesto. Somos la oposición en sí misma, la convergencia de la divergencia, ¿Indígenas o españoles? ¿Centralistas o federalistas? ¿Izquierda o derecha?, la perpetuación de “La patria boba”, como si homogenizarnos fuera la respuesta o las características atípicas del individuo un asunto de litigio ¿Por qué no simplemente colombianos?
Es por ello que las transgresiones a los derechos humanos en las distintas comunidades indígenas han sido rezagadas al olvido, no son más que la reminiscencia de la otredad, el reconocimiento de los demás como sujetos ajenos a mi mundo; la encarnación de la apatía, donde la violencia, la delincuencia y la desigualdad son asuntos de otros, un plano abstracto, universo distante de situaciones que no me tocan y circunstancias impropias de gente distinta.
El olvido que subyace al individuo donde el Estado no se pronuncia o no llega, no es fal- ta de ejército o monopolio de la fuerza, es egoísmo patrio, un alzhéimer generalizado, que focaliza las acciones e intervenciones gubernamentales en siniestros denominados ciudades, donde se concentra la masa política dirigente permeada por la otredad, que ve en el pueblo al votante y el votante en el dirigente, en vez de un aliado, a un corrupto que encarna y representa los pútridos intereses del colectivo de colombianos, que condenan al verdadero líder, ese denominado “social” a ser blanco de muerte.
La otredad no es enfermedad, es un ente que vive en cada uno de nosotros; es como si a la nación le arrancaran el alma y se convirtiera en un cúmulo de sujetos que no pueden sentir por el prójimo, que aísla a sus compatriotas y a aquellos pueblos que buscan refugio dentro del territorio dividido.
Por eso es que nada importa y que nadie hace nada, porque en un país de otros, su realidad no me toca
La otredad no es enfermedad, es un ente que vive en cada uno de nosotros.
* Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.