BIENVENIDA LA TRANSICIÓN
El inicio de un nuevo gobierno, como la llegada de un nuevo gerente a una empresa, o el relevo de un comandante en una unidad militar, genera expectativas, ilusiones y esperanzas. La llegada de Iván Du
que como primer mandatario de la Nación ha suscitado el clamor de una sociedad deseosa de cambios constructivos, bajo las diferentes perspectivas del país que queremos.
Aún el equipo de gobierno no está completo, pero existen buenos indicios y algunas señales de preocupación. En lo político no se ha definido la posición de los partidos ni las relaciones de poder en el Congreso. En lo económico y en lo social, en un mundo cada vez más interdependiente y bajo el efecto de los lineamientos estratégicos de los presidentes Trump y y de la Unión Europea, es arriesgado prometer un crecimiento del 4%. Aún desconocemos las aspiraciones gubernamentales referentes a disminución de la violencia, coeficiente Gini, protección del medio ambiente, mortalidad infantil y otros indicadores fundamentales. En lo diplomático no hay aún claridad sobre la posición estructurada del gobierno frente a las relaciones con la comunidad internacional. En lo militar, el país debe conocer las directrices del Ejecutivo a la institución militar, referente a los retos del posacuerdo y las aspiraciones de paz. Transversal a estos factores, está la política sobre la cadena de cultivo, procesamiento, distribución, consumo y aprovechamiento de los réditos del negocio de las drogas ilícitas. Lo recomendable es esperar los primeros cien días, para superar especulaciones y conjeturas.
Si pensamos en los beneficios de construir sobre lo construido y el respeto a los imperativos éticos, daremos prioridad al compromiso con la seguridad y la convivencia de nuestra sociedad. Una de las herencias positivas del pasado gobierno es la convicción de que la paz no es una quimera, sino una posibilidad, aún lejos de ser realizada. Igualmente, el país está cambiando en sus percepciones, sueños e incertidumbres, lo cual exige un gobierno que interprete las nuevas realidades, como también idóneo para gestionar los procesos de transición e intereses, a veces contrapuestos, de los sectores públicos, privados y de la sociedad civil.
Uno de los sectores más difíciles de gestionar, dentro de la transición, es el de Seguridad y Defensa. Como bien sostiene el General Mejía, Comandante General de las Fuerzas Militares, la institución militar está operando en un ambiente volátil, incierto, complejo y ambiguo. Parte de ello se deriva de las razones expuestas en los párrafos anteriores, a lo cual se suma que no tenemos una ley de seguridad y defensa nacionales que sirva de brújula al respecto, ni una estrategia coherente de seguridad nacional, ni el liderazgo político con suficiente dominio sobre estas realidades. Sería peor si agregáramos el riesgo de ser utilizadas con motivaciones mezquinas, disolventes o politiqueras ajenas a los intereses nacionales.
De otra parte, el presidente ha iniciado sus “talleres construyendo país”, oportunidad importante para mantener la gobernabilidad, darle aire al desarrollo comunitario, incentivar los presupuestos participativos y avanzar en la construcción de paz territorial. Muy importante el aporte que las Fuerzas Militares podrían hacer en esos talleres, dentro de la ejecución de los planes estratégicos que buscan la estabilidad y consolidación del territorio nacional, la defensa y la seguridad en las fronteras, como también los procesos de apoyo a la transición a la paz (Plan Janus). Ello serviría para clarificar que la paz, antes que un acuerdo del Estado con las estructuras subversivas, es un compromiso, una labor y un reto de todos los colombianos *Miembro de La Paz Querida