Siento orgullo al palpar los progresos
Independiente de los resultados en la Copa América de Chile y los Juegos Centroamericanos en Barranquilla, que no fueron buenos, los avances del fútbol femenino de Colombia son evidentes. Gracias al surgimiento de escuelas en diferentes partes del país, a la constante presencia en torneos internacionales y la creación de la Liga profesional, nos hemos acercado a las potencias del sur del continente. Muchas veces evoco la época en la que yo era jugadora de las selecciones de Antioquia y Colombia, miro los recortes de prensa y siento nostalgia. Tengo 49 años y todavía practico microfútbol, eso se lleva en la sangre. Y me enorgullece escuchar de las profesoras Margarita Martínez y Luz Estela Zapata, quienes dicen que he sido la mejor delantera del país. En Copa América hice como 15 goles, no recuerdo bien. Constantemente asisto a los partidos de Liga y pienso que si nosotras hubiésemos tenido tantas garantías de los clubes y la Federación, como ahora, otra sería la historia. Las diferencias con Brasil y Argentina serían menores. Lo más lindo es que contribuimos al progreso, fuimos pioneras, sembramos una semilla y hoy se recogen frutos. Esto es un orgullo para uno que, como les sucedió a varias compañeras, muchas veces fuimos discriminadas por practicar un deporte que era exclusivo de los hombres. Hoy veo con regocijo que Sandra Sepúlveda, Catalina Usme, Diana Ospina y Daniela Montoya, para solo señalar a estas paisas, tienen un nivel que les permite competir de tú a tú con las mejores del mundo. En Antioquia, Bogotá y Valle, especialmente, hay mucha calidad y la tarea es seguir alimentando esa cantera que nos ubique en la élite internacional.