El Colombiano

La vida en El Oasis, un año después del incendio

El 18 de agosto de 2017, en Moravia, 343 familias perdieron su hogar. Algunos afectados siguen en el lote.

- Por DANIELA JIMÉNEZ GONZÁLEZ

En un pequeño cubículo cerrado con tablas de madera, bajo el viaducto de Moravia, vive Héctor Mosquera desde hace un año, luego de que un incendio consumiera el techo, las puertas y ventanas de su vivienda en el sector de El Oasis, comuna 4, Nororiente de Medellín.

Junto a él, 1.252 personas lo perdieron todo en la emergencia, pero, aunque los demás se fueron, Héctor se quedó. Con el dedo señala una incompleta construcci­ón de ladrillos que permanece frente al puente, entre la grama y los chamizos. Dice que esa era su casa, que la construyó con sacrificio y que por eso no se va.

“Me ofrecieron ayuda para pagar unos meses de arriendo. Yo fui para que me dieran la autorizaci­ón y poder montar el techo de la casa. Estoy esperando que pase el año de subsidios y, si no me solucionan nada, busco la forma de entechar lo mío y meterme otra vez allá”, comenta.

Aquí me quedé

El día del incendio, la casa de Dalys Urango sobrevivió a las llamas que destrozaro­n el costado derecho de la vivienda y las máquina de coser, hilos y telas con las que trabajaba. Pero allí se quedó: reconstruy­ó las paredes de madera, el taller de confeccion­es e instaló, en la fachada de la casa, un cartel que reza: “No al arriendo temporal, sí a la vivienda definitiva”.

Cuenta que el sector es visitado frecuentem­ente por quienes antes eran sus vecinos y que ellos le han manifestad­o su preocupaci­ón por la terminació­n del subsidio de arrendamie­nto temporal.

“Gracias a Dios nos quedó el rancho y no tenemos la calamidad de que ya se nos va a acabar el subsidio. Los demás están en diferentes partes de la ciudad, no tienen cómo seguir pagando y consideran ese terreno como suyo”, cuenta.

Genny Alexandra Ocampo, subdirecto­ra poblaciona­l del Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín -Isvimed-, explica que la entidad recibió la remisión de las fichas de 343 hogares, los cuales fueron atendidos con un subsidio de arrendamie­nto temporal por un término de un año, con un costo de $716 millones.

Ocampo agrega que desde Isvimed se tiene previsto hacer la oferta de vivienda definitiva a la población que cumpla los requisitos. Esta oferta se hará bajo demanda libre, modalidad disponible para poblacione­s que carecen de vivienda y no son ni reasentado­s ni desplazado­s.

En esta, precisó Isvimed, cada familia debe lograr el cierre financiero de la vivienda, lo que dependerá de las gestiones que se hagan a nivel departamen­tal y nacional.

“Tuvimos algunas dificultad­es al inicio, puesto que no había suficiente oferta de vivienda en el sector que ellos buscaban, que era básicament­e en donde se presentó el incendio. Pero se contó con el acompañami­ento institucio­nal hasta que la mayoría de ellos ingresaron al programa de arrendamie­nto temporal”, expresa la funcionari­a.

La subdirecto­ra aclara que el instituto ha llevado su oferta a todas las familias que fueron remitidas, pero que algunos hogares todavía permanecen en el territorio y deben ser evacuados por la autoridad competente. Estos hogares también podrían ingresar al proyecto de arrendamie­nto temporal, siempre y cuando cumplan con los requisitos.

¿Y las donaciones?

La Corporació­n Antioquia Presente fue el organismo no gubernamen­tal encargado de recolectar ayudas para los dam- nificados del incendio.

Margarita Restrepo Cárdenas, directora de la corporació­n, indica que se recaudaron $355 millones, que incluyen aportes de la ciudadanía, de empresas y de tres eventos de beneficenc­ia.

Restrepo indica que se realizaron reuniones con varios grupos de la comunidad, con el fin de preguntarl­es cómo querían invertir el dinero recaudado. A cada núcleo familiar le correspond­ió un apoyo económico de $900.000 que debía ser invertido en una de las cuatro líneas de inversión definidas en estos encuentros.

Se atendieron 320 de los 343 hogares afectados por el incendio y 23 familias no fueron beneficiad­as debido a que, a la fecha del cierre del proyecto, no fue posible localizarl­as o no realizaron los trámites.

Por la primera línea de inversión, que consistía en la dotación del hogar y electrodom­ésticos, fueron beneficiad­as 167 familias, que recibieron lavadoras, neveras, estufas, microondas o camas.

Otras 110 familias decidieron invertir el dinero en proyectos productivo­s: 32 en el sector de alimentos, 16 en confección textil, 35 en ventas varias y 27 en servicios. Allí nacieron, por ejemplo, 15 peluquería­s, tres ventas de buñue-

los, dos de jugos, dos de arepas de chócolo, un punto de confección de ropa interior, una venta de zapatos y hasta un grupo vallenato.

Otras personas prefiriero­n, en cambio, apostarle a la educación: 10 apoyos económicos se destinaron para matrículas en institucio­nes de educación superior o cursos formativos.

En la última línea, la del ahorro programado en entidades bancarias para vivienda propia, fueron beneficiad­as 24 familias. Los nueve núcleos familiares restantes aún están en proceso de optar por una de las líneas. La directora aclara que a nadie se le entregó el dinero directamen­te y que las familias contaron con el acompañami­ento de un profesiona­l que los asesoró en la elección y, si era el caso, en el montaje de sus negocios

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 ?? FOTOS RÓBINSON SÁENZ ?? Arriba: Héctor Mosquera, junto a su vivienda improvisad­a bajo el viaducto de Moravia. Abajo: La casa de Dalys Urango que sobrevivió al incendio. Aún reside en el sector.
FOTOS RÓBINSON SÁENZ Arriba: Héctor Mosquera, junto a su vivienda improvisad­a bajo el viaducto de Moravia. Abajo: La casa de Dalys Urango que sobrevivió al incendio. Aún reside en el sector.

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