El Colombiano

Policía halla a su padre como habitante de calle

El uniformado labora en Manizales y se reencontró con su padre, a quien le perdió la huella hace veinte años. Emotivo encuentro.

- Por GUSTAVO OSPINA ZAPATA

Un milagro de amor. Así podría llamársele a la experienci­a que acaban de tener un patrullero de la Policía y su padre, que se reencontra­ron luego de veinte años de separación, en los que este último se convirtió en habitante de calle.

La historia, llena de lágrimas de dolor, pero también de abrazos y sonrisas de emoción, involucra al agente Jhony Alejandro Giraldo, de la Policía de Manizales, y a su padre Miguel Albeiro Giraldo, que ambulaba en la indigencia por las calles de Medellín.

El patrullero, que lleva 12 años en la Policía y labora en la Central de Monitoreo de Cámaras, a pesar de la ausencia por tantos años de su padre, nunca renunció a encontrarl­o y para su búsqueda incluso utilizó las redes sociales.

Y fue precisamen­te por Facebook que una ciudadana antioqueña lo contactó para contarle que había visto a su padre caminando las calles Bolivia y Girardot, de Medellín.

Con la informació­n, la llegada del patrullero a la ciudad antioqueña no se hizo esperar. Ansioso, acudió a esas calles a buscarlo, con la esperanza de poderlo ver, sentir de nuevo el calor de su afectuoso padre, que un día emigró a Medellín en busca de oportunida­des, sin imaginar que esta aventura lo arrastrarí­a al mundo de las drogas y estas, a su vez, al sórdido mundo de las calles.

Nuevo camino

Y la búsqueda dio frutos. Tras seis horas de recorrer centímetro a centímetro el perímetro de Bolivia con Girardot, el milagro del encuentro llegó. Jhony Alexánder halló a su progenitor. “Es una alegría muy grande saber que mi padre está vivo, que en adelante se pueden hacer muchas cosas”, dijo el policía.

“Diosito me hizo el milagro que yo pedía, no es gratuito nada de lo que está pasando”, expresó don Miguel Albeiro, con llanto e invadido de ternura. Después llegaron los planes.

“Ahora mi padre sabe que podrá conocer a sus dos nietas, fueron 20 años en los que se perdieron muchos momen- tos”, comentó el patrullero.

“Sí, ya hablé con una nieta por celular, imagínese encontrarn­os después de que tenían un papel que decía que yo había muerto. Ahora voy a seguir andando bien y sé cuál es el camino”, afirmó el padre, que narró, como su peor experienci­a, una ocasión en la que tuvo que pasar 15 días seguidos sin dormir.

Lo que queda es camino. Sueños. Recuerdos. Mucha vida por construir y por andar. El agente dice que lo primordial será recuperar la salud de su padre, que se someterá a un proceso de desintoxic­ación de su adicción a las drogas y de reinserció­n en el programa de rehabilita­ción del habitante de calle de Medellín.

“Mi Diosito está haciendo cosas, fueron años sin saber qué hacía mi hijo y acá lo tengo otra vez”, apuntó don Miguel Albeiro sin ocultar un milímetro de su emoción. Una nueva vida empieza para él, a sus 58 años

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