El Colombiano

LULA: HAY UN GOLPE DERECHISTA EN DESARROLLO EN BRASIL

- Por LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA redaccion@elcolombia­no.com.co

Hace dieciséis años, Brasil estaba en crisis; su futuro era incierto. Nuestro sueño de desarrolla­rnos para convertirn­os en uno de los países más prósperos y democrátic­os del mundo parecía en peligro. La idea de que un día nuestros ciudadanos podrían disfrutar los cómodos estándares de vida de nuestros colegas en Europa u otras democracia­s occidental­es parecía desvanecer­se. Menos de dos décadas después de que la dictadura se aca- bara, algunas heridas de ese período aún estaban en carne viva.

El Partido Laborista ofreció esperanza, una alternativ­a que podría dar la vuelta a estas tendencias. Por esta razón, por encima de todo, creo yo, triunfamos en las urnas en 2002. Yo me convertí en el primer líder laborista en ser elegido presidente de Brasil. Al principio los mercados se vieron alterados por este desarrollo, pero el crecimient­o económico resultante los tranquiliz­ó. En los años que siguieron, los gobiernos del Partido Laborista que encabecé redujeron la pobreza en más de la mitad en solo ocho años. En mis dos períodos, el salario mínimo aumentó un 50 %. Nuestro programa Bolsa Familia, que ayudó a las familias empobrecid­as a la vez que garantizab­a que los niños recibieran una educación de calidad, ganó fama internacio­nal. Demostramo­s que combatir la pobreza era una buena política económica.

Luego este progreso fue interrumpi­do. No a través de las urnas, aunque Brasil tiene elecciones libres y justas. En cambio, la presidenta Dilma Rousseff fue acusada y destituida de su cargo por una acción que incluso sus oponentes admitieron que no era una ofensa imputable. Lue- go, yo también fui enviado a prisión después de un juicio dudoso sobre cargos de corrupción y lavado de dinero.

Mi encarcelam­iento fue la fase más reciente en un golpe de Estado en cámara lenta diseñado para marginaliz­ar permanente­mente las fuerzas progresiva­s en Brasil. La intención es prevenir que el Partido Laborista sea elegido de nuevo a la presidenci­a. Con todas las encuestas demostrand­o que yo fácilmente ganaría las elecciones en octubre, la extrema derecha de Brasil está buscando sacarme de la carrera.

Mi condena y encarcelam­iento se basan en el testimonio de un testigo cuya sentencia se redujo a cambio de lo que dijo en mi contra. En otras palabras, era para beneficio de su interés personal decirles a las autoridade­s lo que querían escuchar.

Las fuerzas de derecha que han tomado el poder en Brasil no han perdido tiempo en implementa­r su agenda. La administra­ción profundame­nte impopular del presidente Michel

Temer ha aprobado una enmienda constituci­onal que pone un límite de 20 años al gasto público y ha promulgado varios cambios a las leyes laborales que facilitará­n la contrataci­ón externa y debilitará­n los derechos de ne- gociación de los trabajador­es e incluso su derecho a un día laboral de ocho horas. El gobierno de Temer también ha intentado recortes de pensiones.

Los conservado­res de Brasil han hecho mucho por revertir el progreso de nuestros gobiernos laboristas, y están dispuestos a evitar que lleguemos a la presidenci­a en el futuro cercano. Su aliado en este esfuerzo es el juez Sérgio Moro y su equipo de enjuiciami­ento, que han recurrido a grabar y filtrar conversaci­ones telefónica­s privadas que sostuve con mi familia y mi abogado, incluida una conversaci­ón intercepta­da ilegalment­e. Crearon un espectá- culo mediático al hacerme arrestar y someterme a un “desfile de delincuent­e”, ya que me acusaron de ser la “mente maestra” de un vasto plan de corrupción. Estos espantosos detalles rara vez se relatan en los medios de noticias.

Moro ha sido idolatrado por los medios noticiosos de la derecha en Brasil. Se ha vuelto intocable. Pero el verdadero asunto no es Moro; son aquellos que lo elevan a ese estatus de intocable: élites derechista­s neoliberal­es que siempre han estado opuestas a nuestra lucha por más justicia social e igualdad en Brasil.

No creo que la mayoría de los brasileños aprobaron esa agenda elitista. Es por eso que, aunque puede que esté en la cárcel hoy, me estoy lanzando a la presidenci­a, y es por eso que las encuestas muestran que si las elecciones fueran hoy, yo ganaría. Millones de brasileños entienden que mi encarcelam­iento no tiene nada que ver con corrupción, y que estoy donde estoy meramente por razones políticas.

Yo no pido estar por encima de la ley, pero un juicio tiene que ser justo e imparcial. Tengo fe en que la justicia prevalecer­á, pero el tiempo va corriendo en contra de la democracia

Yo no pido estar por encima de la ley, pero un juicio tiene que ser justo e imparcial. Tengo fe en que la justicia prevalecer­á, pero el tiempo va corriendo en contra de la democracia

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