SOBRE LOS EJEMPLOS
Estación Ejemplo, a la que se llega desde la infancia y donde se aprende lo bueno y lo malo, lo que es moral y la significación del otro, la estética (la forma de percibir), la manera de comer y de asearse, de vestir y salir al espacio público para ejercer la educación y el contacto con los demás. Y desde donde se obtienen otros ejemplos, políticos y económicos, de inclusión y exclusión, de hacer las cosas y de entender o acomodar lo que pasa.
Y es claro: somos en el ejemplo, en las palabras que escuchamos y los actos que vemos ejecutar, que se toman como lo que hay que hacer en la vida o lo que se debe evitar. El asunto de esta estación (su contenido) es que por allí transitan lo bueno y lo peor, lo que es reconocido por otros y lo burlado, lo que significa poder y el ejercicio de la autoridad, la viveza y lo desconcer- tante, el teatro y la veracidad, el dar la mano para saludarse y el meterla en el bolsillo ajeno, lo cierto y lo tapado. Y por allí van las primeras edades, que son las del aprendizaje.
El hombre (y este contiene a la mujer) es un animal propicio al estado de naturaleza, al egoísmo y al narcisismo, a la codicia y al parasitaje. Por esta razón hay que educarlo para que se vuelva una entidad social, planteándole las mejores normas de comportamiento y dotándolo de una forma de entendimiento en la que comprenda que la vida es lo mejor que le pasa. Pero si esa educación falla, si en ella la normatividad se burla y en lugar de enseñar a qué debe obedecer para que sea libre (a las buenas costumbres para que la vida sea segura), lo que se modela es un ser cruel, encerrado en el deseo y dispuesto a lo que sea, que no para de competir y de mantenerse en estado de miedo severo (esquizofrenia, neurosis, psicosis, paranoia), lo que sigue es caos. Y en este punto, ya el ejemplo es el peor.
Una nación, desde los dirigentes y las instituciones, debe ser un espacio de ejemplos buenos que propicien tranquilidad, optimismo, crecimiento y desarrollo acorde con el medio ambiente y la debida equidad. El ejemplo dado por el gobierno de los mejores (los más entendidos y los más morales), crean país y sociedad, gente sana e inteligente. Pero si desde arriba los malos ejemplos cunden, si por encima del bien común priman los intereses personales, si el poder se desborda y la autoridad se pierde, lo que sigue es el acabose.
Acotación: la casa, la escuela, la institución, el gobierno, son los centros del ejemplo. Y este crea o destruye la humanidad del hombre y la mujer. Si el ejemplo es bueno, aparece el orden. Si es malo, el desorden. Y en el desorden se sobrevive, no se vive
Una nación, desde los dirigentes y las instituciones, debe ser un espacio de ejemplos buenos que propicien tranquilidad, optimismo y desarrollo.