ELÉIDER ÁLVAREZ TUVO UN PASO FUGAZ EN MEDELLÍN, PERO PRODUCTIVO CON FAMILIA Y PRENSA
Cuando empezó a desfilar rumbo a la puerta de salida, Eléider Álvarez parecía un soldado americano: las gafas oscuras y cuadradas, gorra, chaqueta y tenis con visos militares lo hacían ver imponente. Su sonrisa, pese al cansancio que le produjo el viaje desde Canadá, no desapareció ante el asedio de la gente. “Huy, se ve más grande en persona que en televisión”, se le escuchó decir a una de las empleadas de servicio del aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, quien así como una veintena de familiares del boxeador paisa se le acercaron para felicitarlo, abrazarlo y sacarse fotos con el hombre que regresó al país convertido en uno de los mejores boxeadores del mundo. Fueron tres horas de estadía en la ciudad, pero provechosas, como afirmó el deportista, al compartir con seres queridos y la prensa, “esa que jamás me olvidó, sobre todo en las malas”. Contundente, como los golpes que lanza en el ring, el monarca de la Organización Mundial y Asociación Internacional de Boxeo, indicó: “en Colombia hay mucho talento para toda clase de deporte. Lo que se necesita es más apoyo. Esto que he logrado es un llamado para que los dirigentes nos respalden más. Les digo a los deportistas que no dejen de luchar, así tengan que emigrar a otro país. Yo me he perdido muchas cosas, como el nacimiento de mi hija - Aida-, pero me fui para Canadá para que mi familia tenga un mejor futuro”. Agrega que descansará unos días en Urabá, antes de retomar entrenamientos, pues para diciembre está programada su primera defensa con rival por definir. “Cuando eres campeón no te puedes relajar. La idea es unificar, pero tengo una cláusula en el contrato que dice que si le ganaba a Kovalev había revancha. Estoy listo para lo que sea. Voy a llegar tres veces más fuerte de esa última pelea”, sentenció Alvarez, antes de abordar una avioneta rumbo a su tierra, Urabá.