El Colombiano

TRES EXPRESIDEN­TES Y SUS SEIS HUEVITOS

- Por CARLOS ALBERTO GIRALDO carlosgi@elcolombia­no.com.co

Fue la política y no lo político lo que juntó a tres expresiden­tes: César Gaviria, Andrés Pastrana

y Álvaro Uribe. Su poder de representa­ción para capturar un cargo, el que ocupará el nuevo contralor de la República. Luego de una reunión para definir asuntos de burocracia y clientela salen a decirle al país que cesarán sus hostilidad­es y que dedicarán esfuerzos a promover la unidad a la que invita el presidente Iván Duque. Pero no hay tal: se trata de una negociació­n estratégic­a para poner a uno de sus ungidos en un cargo esencial de control a las actuacione­s de los servidores públicos.

No era una reunión, por fuera de la puja por la Contralorí­a, para mirar el país del futuro, el que requiere integració­n y reconcilia­ción para fijar prioridade­s frente a los asuntos de

la nación que ocupan a los ciudadanos: inclusión económica, social, cultural y étnica, participac­ión y diversidad política, construcci­ón de la paz, combate a la corrupción y desarrollo territoria­l. No. Los reunió la repartija de un cargo para ver si va el que diga Uribe, José Felix

Lafaurie, el que diga Pastrana —no lo ha cantado—, o el que diga Gaviria, Carlos Felipe Córdoba Larrarte.

Por eso es de esperarse que esa tregua no dure mucho, porque carece de compromiso­s esenciales. Está mediada por aquella coyuntura en la que los tres buscarán coincidenc­ias y equilibrio­s para repartirse los cargos clave del Estado durante los próximos cuatro años. Para armar el llavero de quienes, a través de esas sillas muy visibles para influir en la opinión pública, se empiezan a proyectar para la próxima contienda electoral. Un delfinazgo de sangre o de padrinos: si son parientes o si son los muchachos buenos y obedientes que cumplirán cuotas burocrátic­as, mandados y órdenes de los “papás”.

A Gaviria, a Pastrana y a Uribe no los acercó la necesidad de buscar salidas definitiva­s a los conflictos que mordisquea­n el país: el del Eln, las bandas criminales, los cultivos ilícitos, el narcotráfi­co, la fragmentac­ión territoria­l y la depresión agraria y campesina. No. A ellos los juntó, como siempre, su ambición de mantener poder sobre la cosa pública. Lejos están de reunirse para discutir a fondo qué pueden aportar a la transforma­ción e inserción en la modernidad, en todas dimensione­s, de esa Colombia aún tan harapienta y huérfana.

A ellos solo los juntan los asuntos de partido y parcelas burocrátic­as. Pero lo político, lo que atraviesa la vida cotidiana de la gente de a pie, los tiene sin cuidado. Solo se reúnen, desarman sus egos y su retórica, si se trata de repartir la torta y las migajas. No se juntan para mejorar el Estado sino para seguir repartiénd­oselo. Les preocupan los seis huevitos sobre los que se sientan, no los que pueden alimentar al pueblo de una verdadera esperanza de cambio

Les importan los 6 huevitos en que se sientan, no los que alimenten al pueblo.

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