EDITORIAL
Desde grupos criminales, prostitución y microtráfico, hasta contrabando de combustibles, guerrillas residuales y ciberdelitos, fueron golpeados los últimos días. Una ofensiva necesaria.
“Desde grupos criminales, prostitución y microtráfico, hasta contrabando de combustibles, guerrillas residuales y ciberdelitos, fueron golpeados los últimos días. Una ofensiva necesaria”.
Una frase ha hecho carrera: “todos los días caen ‘cabecillas criminales’ pero la delincuencia en Colombia continúa intacta”. Se trata de una máxima de verdades parciales, porque en un territorio que sufre tan variados fenómenos delictivos si no hubiese acción policial y militar, con resultados palpables, la situación sería crítica. El país sufre la amenaza permanente de mafias que ponen en jaque la institucionalidad y la seguridad ciudadana. Pero se enumeran golpes recientes que se deben reconocer para que se eleve la moral de combate de las Fuerzas Armadas en todos sus niveles.
Ocurre desde Amberes, Bélgica, y Rotterdam, Holanda, donde el lunes pasado cayeron 3,5 toneladas de cocaína y se desbarató una red internacional de narcotráfico, con apoyo de la Armada Nacional, hasta las calles del Centro de Medellín donde el miércoles las autoridades atraparon a alias “don Ómar”, uno de los jefes locales del microtráfico.
Hace menos de 15 días la Policía detuvo a alias “Pichi Belén”, sindicado de ser capo del grupo colegiado criminal “la Oficina”, y el fin de semana capturó a alias “Caníbal”, enlace de las bandas de Bello con las disidencias del frente 36 de las Farc. Hacer la lista de detenciones de jefes clave del “clan del Golfo” y de “la Oficina”, en las comunas San Javier, Robledo y Caicedo de la ciudad, durante los dos últimos años, no cabría en estas líneas.
Hay sorpresa entre quienes no sabían de la existencia de una “versión del Bronx” en Medellín —el barrio de la droga en Bogotá, ya desmantelado— y que la Alcaldía local y la Policía Metropolitana ocu- paron este miércoles con todo rigor para derribar casas de vicio y retirar focos de expendio y consumo de drogas, donde campeaban los jíbaros, la ilegalidad y la inseguridad.
Todo ello ahora se reporta porque hay actividad vigorosa de las autoridades contra el crimen. Si a la par con las inversiones sociales, tan necesarias como herramienta de prevención, no se adelantase una tarea firme de presencia de los uniformados en el control del territorio, es posible advertir que numerosos rincones urbanos estarían bajo el control y los atropellos de bandas y combos. De la misma manera, se podría proyectar ese escenario a otras grandes capitales del país y zonas periféricas como Catatumbo y Tumaco. En las fronteras y zonas de conflicto debe sentirse la acción permanente del Ejército y en los puntos urbanos calien- tes debe percibirse operatividad y ofensiva policial.
El presidente Iván Duque anunció la puesta en marcha del plan “El que la hace la paga”, a lo largo y ancho del país, y ese debe ser un mensaje que cuente con el respaldo unánime de alcaldías y gobernaciones y de los comandos de policía locales y regionales. Es esencial que para emprender planes de inversión social y económica, los ciudadanos reciban el abrazo de la Fuerza Pública y el respaldo de un Estado firme, sin dubitación.
No se deben menospreciar los resultados contra el crimen. En Medellín, por ejemplo, las capturas numerosas y calculadas están doblegando el poder de superestructuras criminales que ahora consideran la posibilidad de someterse a la justicia, con la expectativa de algún beneficio jurídico. Un gobierno robusto y actuante impone condiciones, procesos y escenarios.
Por eso hay que aplaudir la labor actual y tenaz de soldados, policiales, fiscales y demás integrantes de la Fuerza Pública. Ampliar su eco. Qué preocupante y decepcionante sería la inacción. Pero estos días merecen, como en las ceremonias y paradas militares, una felicitación superior