ENSEÑANZAS DE LA CONSULTA ANTICORRUPCIÓN
Aunque es curiosa la forma como evolucionaron los resultados de la consulta anticorrupción, al pasar de dos millones y medio de votos al medio día para alcanzar casi doce millones a las cuatro de la tarde del pasado domingo, como ciudadano colombiano me niego a pensar que el país hubiese actuado de manera corrupta para votar una consulta contra la corrupción.
Superada esta duda ética, es menester examinar las enseñanzas dejadas por la consulta del 26 de agosto de 2018. Los resultados demuestran que existe una nueva concepción social de la política. Esta ha dejado de ser un oficio reservado a unos cuantos que de alguna manera se habían apropiado del pensamiento ciudadano, con el pretexto de actuar en su nombre y representación. Los partidos como factores reales de poder y voceros del pensamiento ciudadano, vienen perdiendo terreno en Colombia y en general en Latinoamérica. El hecho de que un buen número de presidentes y expresidentes se encuentren bajo examen judicial, por distintas manifestaciones de corrupción, ha originado un cierto tipo de reacción colectiva.
La defensa de los intereses ciudadanos, la proliferación de mensajes en las redes, directamente asumidos o rechazados por la masa silenciosa que a través de mensajes expresa su consentimiento o rechazo sobre la forma como se vienen manejando los asuntos públicos, superan la influencia que hasta el momento había sido monopolizada por los partidos y movimientos políticos y sus denominados jefes naturales. La influencia de los medios tradicionales de opinión, periódicos escritos, radio y televisión, se va relegando y empieza a ser reemplazada por un nuevo enfoque electrónico que trata de asumir la bandera del voto de opinión, que poco a poco se convierte en el elemento fundamental de la política.
La votación del domingo 26 no fue una manifestación de apoyo a una corriente política, ni siquiera a quienes desde un principio o al final del día quisieron aparecer como abanderados del movimiento. Fue una expresión ciudadana masiva en contra de un comportamiento expresado por medio de diferentes formas de conducta éticamente cuestionables. Una ciudadanía hastiada de componendas, acuerdos, falsas mesas de concertación; jóvenes y menos jóvenes que de alguna manera expresaron su rechazo a las formas tradicionales y cerradas de la política. El mensaje es contundente, una nueva generación quiere cambiar la manera de sentir y hacer la política y los distintos actores de la sociedad están obligados a escuchar este mensaje: El gobierno, el legislativo, los jueces, la dirigencia empresarial, el medio académico, los gremios, los medios, los ilegales, deben escuchar. El tema no es de derecha o de izquierda, el asunto es de unión ciudadana en un centro que abrace por igual a todos sin importar sus creencias, credos o ideologías. Es un llamado a la inclusión, a la homogeneización, al pluralismo, a la tolerancia. No importó que la consulta fuera antitécnica o inconstitucional, lo más importante es que encerró un contundente mensaje de rechazo a una dirigencia sin una concepción ética acertada
El mensaje es contundente, una nueva generación quiere cambiar la manera de sentir y hacer política y los distintos actores de la sociedad están obligados a escucharlo: gobierno, legislativo, jueces, dirigencia, academia, gremios...