Una Infusión en el arte de ser payasos
Este colectivo cumple este mes una década de trabajo haciendo teatro gestual. Cada nariz roja tiene su historia.
La máscara primitiva (o completa) en teatro gestual es aquella que carece de toda expresividad: un solo rostro impávido. La media llega hasta la nariz: habla y cuenta un poco más. Pero la nariz roja del clown es la que más conversa, a pesar de ser considerada como la máscara más pequeña del mundo. Esa es la que lleva puesta el colectivo teatral Infusión desde hace diez años.
El grupo fue fundado por estudiantes de artes escénicas de la Universidad de Antioquia que quisieron explorar el teatro de payasos. Alejandro Puerta, su primer director, lo fundó luego de estudiar en la Escuela Internacional del Gesto y la Imagen en Chile, una de las principales de Latinoamérica.
La labor durante una década de esta agrupación ha sido desde entonces pionera en la ciudad: “La tradición clown en Medellín y en el país no la tenemos. Ellos han ido abriéndose campo como promotores e impulsores de este tipo de teatro”, destaca Iván Zapata, director del Teatro Popular de Medellín.
Recorrido
Diez montajes están en su catálogo, aunque han explorado otros formatos. En su obra Pura carreta adaptaron cinco cuentos latinoamericanos en diferentes técnicas (media máscara, narración, clown, pri-
mitiva y títeres). Hechos de desechos usa máscaras fabricadas con material reutilizado, De muerte suspendida es un montaje unipersonal cercano al “bufón” o el “payaso sagrado” y Violeta y sus voces es una obra dramática-musical sobre Violeta Parra.
Este año Infusión presentó El pequeño torito sentado, una adaptación de El pequeño Sioux de Patricia Geis, inspirado en la cosmovisión de las culturas nativas americanas.
Encontrarse en un lugar
En 2012 este colectivo se estableció en su sede en Manrique (anterior sede de la Corporación Arca de Noé). Pasaron de grupo “informal” a corporación sin ánimo de lucro con techo: Teatro Casa Clown.
“Es nuestra sede. Aquí ensayamos, desarrollamos trabajos de oficina, nos reunimos, bodegamos, y también se ha ido transformando en un espacio de ciudad”, comenta Norman Lemaitre, actual di-
rector de programación.
Por la casa circulan grupos locales, nacionales e internacionales. También reside una Escuela de Payasos en la que actualmente estudian 60 personas de todas las áreas: “Profesionales que buscan encontrar diversión y su estado cómico, además porque es muy terapéutico”, según cuenta Yamile Valencia, la directora artística.
Infusión celebrará su primera década de trabajo con una fiesta este viernes precisamente en Teatro Casa Clown, ese centro de operaciones en el que siguen buscando el lado bonito del gesto. Y todo con una nariz roja, que les permite ser lo que quieran ser