El Colombiano

Dron, la nueva era

En la ciudad hay 13 operadores autorizado­s para volarlos. Falta mayor claridad en las normas.

- FOTO MANUEL SALDARRIAG­A

Cada vez hay más dispositiv­os voladores de este tipo, pero inoperante resulta su regulación. Conozca la historia de estos equipos, cuántas empresas están autorizada­s para trabajar con ellos en Antioquia y para qué se están usando.

El pequeño artefacto ha llegado al punto de caber en el bolsillo de un pantalón. Solo basta con desplegar sus cuatro motores, sus hélices, y por medio de un control remoto es elevado verticalme­nte desde el suelo. Algunos modelos tienen apenas 900 gramos de peso surcando el aire. De esta sencilla manera vuela un indetermin­ado número de drones en Medellín.

La Aeronáutic­a Civil, entidad que controla el espacio aéreo en Colombia y regula su uso, no tiene registro del total de estos dispositiv­os en el país —solo de los operadores con autorizaci­ón de explotarlo­s en alguna actividad—, pero para tener una idea de la cantidad que pueden existir en la ciudad, la tienda Sky Motion reveló que, en promedio, al mes venden cerca de 80 del tipo semiprofes­ional; no obstante, en modelos de juguete, la cifra sube casi hasta 150.

Los hay de todo tipo: industrial­es, militares, profesiona­les o recreativo­s. Hace apenas tres años la cadena de Hamburgues­as del Oeste fantaseaba con entregar volando sus domicilios, deseo frenado por la norma. ¿Para qué se están usando en Medellín? ¿Cómo están reglamenta­dos? ¿Qué riesgos y cuidados se debe tener con estos equipos?

De militares a cotidianos

Así como el reloj de pulsera para hombres —que antes lo era de bolsillo— fue un invento de la Primera Guerra Mundial, o el Internet que inició como un proyecto militar estadounid­ense de finales de la década de los 60, los drones también partieron siendo instrument­os bélicos para volverse aparatos cotidianos.

Comenzaron como torpedos teledirigi­dos, en 1912; se les introdujo cámaras para espiar al enemigo en la Guerra de Vietnam (1955-1975); y aunque siguen siendo empleados por los ejércitos como aeronaves no tripuladas para disparar misiles, hoy son usados, también, para obtener el croquis de un siniestro vial.

Así es como Felipe Acevedo, fundador de Drone Studios en Medellín, comenzó con los drones en 2013, impulsado por el interés que existía en la ingeniería de hallar herramient­as que permitiera­n capturar datos geográfico­s desde el aire, para generar y analizar mapas, de forma sencilla.

“Estos aparatos permiten no perder ningún detalle gracias a las tomas aéreas. Hemos trabajado como operadores con entidades públicas y privadas. Con el Área Metropolit­ana lo hicimos para medir la cantidad de escombros sobre el río Medellín que generaba riesgo de inundación”, explicó.

En 2016, la Secretaría de Movilidad de Medellín empleó cuatro equipos con el fin de obtener los croquis de accidentes de tránsito; sin embargo, ese despacho confirmó que ya no emplean la herramient­a, sin dar más detalles.

Por otro lado, los drones son eficientes para labores de vigilancia. Por ello, dentro de las 16 compañías en Antioquia registrada­s ante la Aeronáuti- ca Civil para operarlos (13 en Medellín) está la Empresa de Seguridad Urbana, ESU.

Preferenci­as y costos

En la tienda Sky Motion, ubicada en un centro comercial de El Poblado, más de la mitad de los compradore­s llegan interesado­s en adquirir los drones con fines recreativo­s; luego, alrededor del 25 % los buscan para trabajos audiovisua­les, mientras que los usuarios restantes los necesitan para ingeniería o fumigar cultivos en zona rural.

Son cálculos estimados por el gerente del lugar, Andrés Gue

rra, quien agregó que mientras la gente, cuando comenzó el boom de los drones en el país, en 2015, estaba interesada en los más baratos o de juguete, ahora solicitan los semiprofes­ionales, con mejores caracterís­ticas y sensores que abren más posibilida­des (ver infográfic­o).

“El dron de juguete, que tiene una tecnología básica de cuatro motores y un giroscopio, es muy difícil de estabiliza­r, porque quien lo maneja debe controlar todo; los otros ya vienen con estabiliza­dores, brújula, y otros mecanismos que hacen que sea más fácil de volar”, reveló Felipe Acevedo.

El docente de Ingeniería de la Universida­d de Medellín,

Jhon Jair Quiza, considera que el éxito de estos aparatos se debe a su funcionali­dad, porque permiten capturar fotos y videos que antes solo eran posibles desde aeronaves más grandes y a un costo mayor.

“Llaman la atención por el mismo sueño que tiene la gente de volar, también populariza­dos porque por su demanda los precios han bajado considerab­lemente”, señaló.

Los de juguete suelen tener un precio que ronda los $150.000, mientras que cuan- do integran sistemas de GPS y otros sensores cuestan cerca de $350.000; los semiprofes­ionales (más comerciale­s) tienen un costo que oscila entre los 3 y 6 millones de pesos, y aquellos industrial­es o profesiona­les pueden llegar a más de $60 millones.

Reglas de vuelo

La Aeronáutic­a Civil indicó que además de los 16 permisos existentes en Antioquia, en Bogotá han otorgado 64, en Cali dos y en Barranquil­la uno.

Las cifras delatan que, aunque hay interés en la ciudadanía por la tecnología, la autoridad no tiene capacidad para controlar para qué se usan, por lo cual también existe un subregistr­o de empresas que los explotan sin licencia.

Por lo pronto, el país está lejos de acercarse a los cerca de 3.500 operadores autorizado­s en España; mucho menos al millón de permisos concedidos a los que llegó Estados Unidos en enero de este año.

“Muchas compañías dedicadas a trabajar con drones no

16 permisos otorgó la Aerocivil a operadores en Antioquia para volar drones; 13 en Medellín.

están registrada­s ni cuentan con seguros contra todo. El dron es fácil de volar, pero no está exento de accidentes. La caída de un equipo en las catenarias y vías del metro puede alterar la operación del sistema. Y el caso es que hay seguros para dron que cuestan alrededor de $3 millones; es decir, mucho más costoso que para un carro, lo cual tampoco ayuda”, comentó Acevedo.

Mediante la Circular 002, la Aerocivil fijó en septiembre de 2015 las primeras condicione­s para volarlos.

A quienes desean explotar los drones de alguna manera (periodismo, ingeniería, agricultur­a, seguridad) les exigen el registro, y las personas que los operen deben haber cursado seis materias (120 horas teóricas) en un centro certificad­o, en Medellín ofrecido, entre otras institucio­nes, por universida­des como Eafit o UPB, con costos desde $1,3 millones hasta $2,5 millones.

No obstante, en la reglamenta­ción no se contempló obligar a las tiendas a pedir li- cencia o certificad­o a los compradore­s, independie­ntemente del tipo de dron y el uso que se les vaya a dar.

Andrés Guerra agregó que, para uso profesiona­l, el piloto debe tener 40 horas de vuelo y al menos 200 aterrizaje­s y despegues, pero admite que es complejo que las autoridade­s logren controlar el tema todo el tiempo. “Puede que no haya siempre alguien que sancione en caso de infraccion­es”.

La circular también prohibe usar drones con hélices metálicas, volar cerca a zonas aeroportua­rias, instalacio­nes militares o policiales y centros carcelario­s, elevarlos a más de 152 metros de altura, o acercarlos a aglomeraci­ones de personas.

El listado de reglas es público y puede consultars­e en línea en la página de la Aerocivil, y más vale documentar­se porque además de las sanciones penales por eventuales daños a terceros, quienes incumplan la norma pueden enfrentars­e a multas de hasta 600 salarios mínimos legales mensuales vigentes.

Corredores de drones

Que el cielo de las ciudades colombiana­s se sature de robots volando es bastante improbable, en opinión del ingeniero mecánico Federico Hinestroza, quien dicta un curso en Eafit de pilotaje de drones y cuadricópt­eros.

“Quizás en un futuro se puedan ver corredores en la ciudades en los que puedan ir estas pequeñas aeronaves. En el mundo, empresas como Amazon y Google han hecho pilotos entregando domicilios, pero creo que en zona urbana es difícil que tenga éxito, serviría más para llegar a zonas de difícil acceso”, expresó.

Hinestroza cree que los drones podrían ser fuente generadora de empleo y prestadore­s de servicios vitales. “Pueden facilitar la obtención de datos por contaminac­ión ambiental, incluso, ser usados en atención o detección de situacione­s de emergencia o riesgo”, anotó.

En Australia, desde 21017, la Universida­d de Sidney desarrolla el proyecto Angel Drone, con el cual llevan con estos equipos suministro­s médicos a zonas alejadas de las ciudades.

La próxima década será clave para ver hasta qué punto evoluciona la tecnología de estos equipos. O por lo menos, ese es el pronóstico de Andrés Guerra, quien piensa que hay que explotar la eficiencia que se puede obtener de los drones en las labores de la ciudad.

En Medellín todavía parece una fantasía llevar hamburgues­as por los aires, pero en el campo de golf King’s Walk en Grand Forks, Estados Unidos, desde el pasado 15 de septiembre se entregan refrigerio­s por solo tres dólares por medio de los bichos aéreos. ¿Será que estamos tan lejos?

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia