El Colombiano

LAS SIETE VIDAS DEL VINILO

- Por JUAN JOSÉ HOYOS redaccion@elcolombia­no.com.co

2017 ha sido un año crucial en la historia del mercado de la música. Por primera vez las ventas provenient­es de los servicios de reproducci­ón en línea como Spotify, Apple Music y Napster superaron las ventas de las descargas de música por internet y las ventas físicas de discos compactos.

Las grandes empresas que dominan el mercado mundial lo consideran un triunfo de la industria musical, gracias al uso masivo de los teléfonos inteligent­es, en momentos en que ella estaba amenazada de muerte por el avance vertiginos­o de internet y la piratería callejera.

Pero al mismo tiempo se produjo otro fenómeno singular: en 2017 se vendieron más de 42 millones 300 mil nuevos discos de vinilo en todo el mundo, un 36,6 % más que en 2016, según cifras reveladas por la Federación Internacio­nal de la Industria Fonográfic­a. Fue una especie de vuelta al pasado. El mercado no para de crecer desde hace 12 años. Este es un fenómeno que no se veía desde los años 90.

Un ejemplo elocuente es el de un álbum de los Beatles. Medio siglo después de su grabación original, una nueva versión para tocadiscos de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band vendió más de 72.000 copias en Estados Unidos. Fue una especie de milagro para una industria que hace veinte años parecía con- denada a su desaparici­ón.

¿Nostalgia? No se puede negar que este es un sentimient­o asociado a los discos de vinilo. Pero la nostalgia no es la única que explica este fenómeno. Creo que más bien tiene que ver con otros sentimient­os más difíciles de percibir: los mismos que nos llevan a resistirno­s a comprar libros digitales y a que sigamos prefiriend­o leerlos en papel; los mismos asociados al sentimient­o de pérdida cuando la música se evapora por una falla informátic­a o por una desconexió­n del servicio de internet. Para no hablar del ritual que implica escuchar un disco de vinilo.

El consumo de discos de vinilo se popularizó desde 1940, cuando las grandes compañías disqueras adoptaron el formato del Long Play de 33 1/3 de revolucion­es por minuto y empezaron a perder popularida­d desde 1988, cuando los discos ópticos compactos los superaron en volumen de ventas por primera vez.

Su renacimien­to comenzó desde 2014, año en que fue el único medio musical físico cuyas ventas aumentaron comparadas con las del año anterior. Desde entonces, las ventas de otros medios, incluyendo canciones digitales individual­es, álbumes digitales y discos compactos han decaído. Menos el vinilo.

Los mayores consumidor­es de vinilos durante el año pasado fueron Estados Unidos con 17,4 millones de unidades, Reino Unido con 5,2 millones, y Alemania con 3,3 millones.

Los expertos en mercadeo dicen que estas cifras pueden ser todavía mayores, debido a las peculiarid­ades de los sistemas de ventas en cada país que no permiten recolectar datos estadístic­os confiables: muchos de estos discos se venden en tiendas para coleccioni­stas, ferias locales del disco o pequeños mercados y son prensados por empresas discográfi­cas muy pequeñas.

Hoy las fábricas de prensado de discos de vinilo están operando a su máxima capacidad y en respuesta al aumento de la demanda se han abierto nuevas plantas en todo el mundo, desde Canadá y Europa hasta Corea del Sur y Japón. Algunas compañías emblemátic­as, como Sony Music, tienen planes para reabrir sus plantas de producción de vinilos, cerradas desde 1989.

Esta noticia me alegra. Escuchar música en un disco de vinilo es un disfrute que va más allá de oír un listado de canciones en un teléfono inteligent­e que esclaviza nuestras vidas y en el que en cualquier momento suena una alarma que nos anuncia una llamada, una reunión de trabajo, un mensaje anodino, una propaganda o una cuenta por pagar. ¡Que vuelva el vinilo!

La nostalgia no es la única que explica este fenómeno. Creo que más bien tiene que ver con otros sentimient­os más difíciles de percibir.

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