El Colombiano

MARIHUANA: ¿NOS VA A DEJAR EL BUS?

- Por RUDOLF HOMMES rhommesr@hotmail.com

Mientras en este país estamos pensando en acabar con la dosis mínima personal de marihuana y en cómo fumigar los cultivos de coca, desestiman­do las consecuenc­ias ambientale­s, sociales y de salud pública de esas acciones, Coca Cola anuncia que explora la posibilida­d de incorporar bebidas derivadas de la marihuana a su portafolio de productos. Esta yerba está incursiona­ndo como insumo en la producción de bebidas que contienen canabidiol, un ingredient­e de la marihuana que no es sicoactivo y se utiliza en el manejo del dolor. Este ingredient­e se ha venido propagando en bebidas que hacen sentir bien a los que las consumen (wellness drinks), y Coca Cola está observando con mucha atención la evolución de esas bebidas, viendo a ver si participa en ese mercado, posiblemen­te con el propósito de hacerlo evoluciona­r y potencialm­ente de “apropiarse” de él (Financial Times, septiembre 18, 2018).

La película “Pájaros de Verano”, de Ciro Guerra, que todavía se exhibe en los teatros colombiano­s, muestra lo que dejó la marihuana en La Guajira. Una sociedad que tenía institucio­nes ancestrale­s para resolver sus conflictos, para escoger pareja y reglas muy claras de comportami­ento, sucumbe a la codicia, es infiltrada por extraños que no tienen limitacion­es para acudir a la violencia y encara la destrucció­n. Llegó la marihuana y acabó con todo. La película es un fresco sobre lo que le pasó a Colombia, primero con la marihuana y luego con la coca y la amapola.

Los países consumidor­es están beneficián­dose comercialm­ente ahora. En Estados Unidos, muchos estados han legalizado el uso de la marihuana, por lo menos con fines medicinale­s, y la producción que tiene ese mismo propósito. En áreas rurales aisladas se produce ilegalment­e en extensione­s de terreno relativame­nte grandes, y en las ciudades en galpones que consumen cantidades industrial­es de energía, con la complicida­d o tolerancia de las autorida- des. La investigac­ión sobre la planta, su cultivo y sus derivados medicinale­s ha avanzado tanto que ya no es mucha la que exportan los países originalme­nte productore­s. El anuncio de que Coca Cola está interesada en el negocio augura un futuro brillante para su uso dentro de la ley.

Es una lección que tiene que dejar algo -todavía podríamos rescatar parte de lo perdido si se admite y se fomenta que las universida­des exploren esas posibilida­des y aumente el cultivo para fines terapéutic­os. Y respecto a la coca, no podemos ignorar la posibilida­d de que en unos años decida Coca Cola regresar a sus orígenes y comerciali­ce un té de coca azucarado y gasificado o chicles de hoja de coca con sabor a menta. No debemos emprender la erradicaci­ón indiscrimi­nada sin haber conservado las mejores seleccione­s genéticas de esa planta y haber preservado y aumentado con investigac­ión científica el inmenso conocimien­to que tienen las comunidade­s indígenas sobre las propiedade­s alimentici­as y medicinale­s de la coca y sobre sus derivados, y asegurar las patentes y la propiedad intelectua­l correspond­ientes. También es necesario que se respeten los derechos que tienen esas comunidade­s indígenas a utilizar la planta, y a que se protejan sus valores y prácticas culturales

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