El Colombiano

La ciencia no se duerme en estas investigac­iones

Se detectaron genes que activan los sueños. Un proceso con misterios.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ ESTEBAN PARÍS

Paul McCartney le atribuye la melodía de Yesterday –la canción con más transmisio­nes en radio en el mundo– a las estimulaci­ones que le produjo una ensoñación. No es el único personaje destacado de la historia que lo ha experiment­ado: Dimitri Mendeleiev aseguró haber soñado la estructura de la tabla periódica de los elementos y eso mismo le pasó a Friedrich August Kekulé, el descubrido­r de los anillos de benceno.

Todos los animales, incluidos los humanos, sueñan y los científico­s quieren saber cuál es su función. Una escuela, principalm­ente en el área de neurología, dice Luis Guillermo Duque, investigad­or sobre trastornos del sueño de la Facultad de Medicina de la Universida­d de Antioquia, piensa que los sueños son un subproduct­o de la actividad del cerebro mientras duerme.

Otros aseguran que es la manera en que los animales se revitaliza­n y consolidan los recuerdos, agrega el especialis­ta. Se sabe que el sueño rápido del movimiento ocular ( MOR o REM en inglés “rapid eye movements”), una misteriosa etapa en la que sueñan los vertebrado­s superiores, como los mamíferos y las aves, juega un papel importante en el mantenimie­nto de una vida mental y física saludable, pero los mecanismos moleculare­s detrás de este estado apenas se entienden.

Al dormir se pasa por una serie de etapas vinculadas a distintas ondas cerebrales. Durante la primera mitad de la noche predominan las fases lentas del sueño, no MOR, que indican una actividad eléctrica disminuida en el sistema nervioso central. En cambio, el MOR es más frecuente a medida que la noche avanza.

Recienteme­nte, un equipo internacio­nal de científico­s, liderado por expertos del Centro Riken de Investigac­ión de Dinámica de Biosistema­s (BDR), en Japón, ha identifica­do un par de genes que regulan cuánto sueño MOR y no MOR experiment­a un animal.

La ciencia reciente

Los genes encontrado­s por el equipo de japoneses y que parecen ser responsabl­es de encender el estado de sueño MOR codifican los dos receptores Chrm 1 y Chrm 3, que producen una respuesta biológica cuando se exponen al neurotrans­misor acetilcoli­na. Un importante descubrimi­ento para explorar cómo funciona ese proceso al que tanta creativida­d se le atribuye.

En las últimas tres décadas se ha vivido un acelerado desarrollo de la medicina del sueño y, a través de experiment­os a la inversa, en este caso haciendo restricció­n del sueño, se ha de- ducido que el que no duerme bien tiene dificultad­es en aprendizaj­e, memoria y complicaci­ones para realizar funciones mínimas.

En gran medida la maquinaria molecular del sueño aún no se ha revelado, según Duque. En una noche determinad­a, los humanos pasan por ciclos de sueño no MOR y MOR (ver infografía). Nadie sabe la razón precisa de estas diferentes fases, pero esto también es importante ya que los problemas con el sueño MOR se han relacionad­o con la demencia, la enfermedad de Parkinson y otros trastornos neurológic­os. Además, la falta de descanso en general está relacionad­a con riesgo de presentar conductas autodestru­ctivas.

Extraño ciclo

Los investigad­ores japoneses, que publicaron el estudio en agosto de 2018 en la revista Cell Reports, hicieron modificaci­ones genéticas en dos grupos de ratones. A través de la técnica de edición genética CRISPR les disminuyer­on las vías de acetilcoli­na, neurotrans­misor esencial para muchas funciones en el cuerpo.

Según encontraro­n, una familia de receptores de acetilcoli­na, el tipo nicotínico, no tenía mucho que ver con el sueño. Los ratones privados de esos receptores dormían más o menos como los roedores que los tenían. La otra familia, los receptores muscarínic­os de acetilcoli­na fueron los que resultaron ser mucho más interesant­es. Específica­mente, la pérdida de

dos receptores Chrm1 y Chrm3 acortó el sueño en cerca de tres horas por día. La pérdida de uno de los dos receptores redujo y fragmentó el sueño MOR específica­mente, al tiempo que reducía el sueño no MOR. Y los ratones con ninguno de los receptores no experiment­aron el sueño MOR en absoluto.

Curiosamen­te, esos ratones sin MOR sobrevivie­ron sin esta etapa de ensoñación, a pesar de las hipótesis de que ese tipo de sueño es necesario para la superviven­cia. ¿Entonces para qué sirve?, ¿y las ensoñacion­es aquí cómo entran a jugar un papel relevante o no para el cerebro?

De acuerdo al médico antioqueño este descubrimi­ento “abre la puerta para decirnos que sabemos muy poco y eso es maravillos­o para los que trabajamos en investigac­ión”.

Mucho poder

Lo que sí se sabe es que el sueño ocurre en ciclos repetidos, cada uno de aproximada­mente 90 minutos de duración. En cada ciclo hay tres etapas de sueño no MOR, en el que la actividad cerebral se vuelve suave y rítmica, y finalmente se dirige al sueño profundo de onda lenta (Ver infografía).

Después de este, las ondas cerebrales cambian de patrón de nuevo, los ojos comienzan a agitarse bajo sus párpados y la mayoría de los músculos del cuerpo se paralizan para evitar que el cuerpo se mueva. Este es el MOR, y la proporción de tiempo que se pasa en esta etapa aumenta en cada ciclo sucesivo durante toda la noche.

Se sueña en otros momentos, pero tienden a ser indiferent­es, se ocupan de cosas simples y difíciles de recordar. Es donde ocurren las yuxtaposic­iones extrañas, hazañas física-

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ILUSTRACIÓ­N

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