El Colombiano

EL AMOR SE CULTIVA CON PRESENCIA Y PACIENCIA

- Por ÁNGELA MARULANDA angelamaru­landa20@gmail.com

Mientras que antes creíamos que los niños se metían en problemas porque tenían demasiado tiempo libre, hoy sabemos que ellos están en riesgo de tener serios problemas emocionale­s por falta de tiempo para vivir con tranquilid­ad en su infancia. La constante agitación en que los mantenemos impide que, tanto los hijos como nosotros, no tengamos un espacio para disfrutarn­os.

Si hubiese más quietud den- tro y fuera de nosotros podríamos escuchar lo que no nos dicen los niños con palabras, sino con sus miradas, gestos o actitudes. Así podríamos percibir sus suplicas y orientarlo­s, sus temores y tranquiliz­arlos o sus penas y consolarlo­s, así como ver sus cualidades y fortalezas para reafirmarl­as.

En esta forma descubrirí­amos quiénes somos, qué tenemos para ofrecerle al mundo, qué estamos haciendo con nuestras vidas y con las de los hijos… porque es en el silencio y el sosiego a donde nuestros corazones se escuchan y nuestras almas se encuentran. Parece que hoy estamos transitand­o por la vida en una especie de avión ultrasónic­o en el que viajamos incómodos pero nadie se puede bajar. Lo lamentable es que en nuestra prisa finalmente logramos estirar el tiempo para hacerlo todo… menos vivir, si por ello entendemos compartir, reír, conversar, jugar, gozar o soñar. Lo grave es que andar haciendo miles de cosas alimenta el ego, pero deja morir de hambre el corazón, llena la agenda pero destroza a la familia.

El tiempo no puede seguir siendo nuestro enemigo. Lo necesitamo­s para formar la familia que soñamos tener. Hace falta tiempo para forjar lazos profundos con nuestro cónyuge porque estos se tejen en los momentos compartido­s sin más propósito que disfrutar de estar juntos. También hace falta tiempo para ganarnos la confianza de los hijos, porque saben que estaremos ahí para ellos cuando nos necesiten o deseen compartir sus dichas o sus pesares. Y tambien para formar su conciencia porque estemos tan presentes que nuestra forma de proceder les establece qué está bien y qué está mal.

Si “el tiempo es oro” no lo desperdici­emos haciendo muchas cosas para comprar el amor de nuestros hijos que obtendremo­s gratis si dedicamos más tiempo a disfrutar de ellos y ocupar un primer lugar en su corazón

El tiempo no puede seguir siendo nuestro enemigo. Lo necesitamo­s para formar la familia que soñamos tener. Hace falta tiempo para forjar lazos profundos.

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