Publicistas sin publicidad
¿Paradoja o realidad? O simplemente una prueba de que algo no está funcionando bien en los procesos de comunicación mercadológica publicitaria. Un estudio reciente de la empresa canadiense Pressboard Media dio como resultado que quienes trabajan en publicidad no tienen suficientes motivos para que la actual forma de adelantar las campañas, en todos los campos, no les parezca inadecuada, abusiva, irrespetuosa y más. El informe también arrojó que trabajar en publicidad conduce a que quienes viven de ella son más propensos a hartarse de la misma, pues la investigación dejó ver claramente que muchos de los que bloquean la publicidad en los medios son los mismos que trabajan en ella. Más del 27 % de los trabajadores publicitarios cuenta con “adblockers” en sus equipos de navegación por Internet, y son tan desconfiados de lo que escuchan, leen y/o ven como la población en general. Otra conclusión interesante es que la influencia de la publicidad sobre las decisiones de compra son muy bajos para todos; para quienes trabajan en publicidad la mayor fuente de información y credibilidad son, como para los demás, los amigos (78,6 %), las búsquedas (69,9 %), lo que se dice en las redes sociales (63,1 %), los correos electrónicos (46,6 %), los videos (36,9 %), y los blogs (35 %). El análisis de eMarketer sobre los hallazgos de Presboard Media parece corroborar lo que se ha dicho últimamente acerca de la actividad publicitaria, sobre todo por la ausencia de contenidos y explicación acerca de los beneficios que se pueden obtener con las ofertas que se hacen, la confusión que se genera por tanta promesa incumplida, los abusos frecuentes, sobre todo la intrusión de los llamados popads y la actividad telemercadológica adelantada por los “call centers”, la publicidad negra, y otras formas de hacerla. Desde hace buen tiempo se ha insistido sobre el irrespeto y el abuso con la comunicación publicitaria debido a que se exagera su actividad, en todos los medios pero con más notoriedad en los llamados intrusos como la televisión y la radio; espacios publicitarios demasiado extensos y recargados, transmisiones radiales que se vuelven cansonas por tanta mención publicitaria, publicaciones que parecen libros de anuncios, vallas que saturan el paisaje, y las molestias que ocasionan por internet, son ejemplos. “Que los propios profesionales del sector sean reticentes a la hora de consumir anuncios y que ellos mismos se muestren reacios a la publicidad dice mucho del estado de las cosas. Si ni siquiera los publicistas son capaces de ver los anuncios con paciencia e interés, las cosas no están funcionando ni de lejos bien”, se lee en el portal Puro Marketing, y que invita a pensar sobre lo que está sucediendo porque mercadeo sin publicidad es una utopía.