El Colombiano

LAS “MALAS” NOTICIAS

- Por ANA CRISTINA ARISTIZÁBA­L URIBE anacauribe@gmail.com

La gente se queja mucho del periodismo de las “malas” noticias. “¿Es que no hay nada bueno?”, preguntan. Pero hay que diferencia­r. Una cosa, además indigeribl­e, es cuando las noticias cuentan al detalle asesinatos, violacione­s, descuartiz­amientos, masacres, robos y secuestros del día anterior. Ese periodismo amarillist­a, que busca exacerbar el morbo, es completame­nte indeseable. Pero otra cosa es el periodismo de denuncia que para algunos termina convirtién­dose en periodismo de, también, “malas” noticias. “¡Es que esos periodista­s no ven nada bueno!, ¡parecen unos amargados!”.

Pero este último periodis- mo es completame­nte necesario en un tiempo como este, cuando los poderosos y las institucio­nes públicas quieren esconder o disimular malas prácticas que afectan a la comunidad usando un arsenal mediático para bombardear al público con “informació­n positiva” para su beneficio.

Si no fuera por los periodista­s que denuncian, o que ponen a la gente a pensar, la comunidad no tendría manera de conocer o entender la corrupción de los poderosos cuando engañan o manipulan a la gente; o cuando manejan como un asunto privado, los bienes públicos. Ese periodismo es como un inmenso reflector que ilu- mina para impedir que los ladrones se acerquen, mostrar cuando están robando o denunciar que ya robaron. A los malosos no les gusta la luz.

También sucede que a muchos comunicado­res y asesores, por estar trabajando en ciertas empresas, institucio­nes o proyectos, les toca, en momentos determinad­os y por lealtad empresaria­l, servir de amplificad­ores de informació­n incompleta o distorsion­ada; o inventarse estrategia­s para desviar la atención, para que el escándalo sea menos escandalos­o, para que lo malo sea menos visible, para que el jefe afectado o la situación pasen de agache. ¿Qué irán a sentir cuando ya no estén ahí y entiendan que fueron usados en una desafortun­ada coyuntura y que sus capacidade­s profesiona­les no sirvieron a la comunidad o incluso en contra de esta?

¿A qué horas estos ciudadanos formados en institucio­nes educativas de primera categoría llegan a las entidades, públicas o privadas, para no servir a la gente ni para poner al servicio de todos (solo de unos pocos o de intereses particular­es) los conocimien­tos aprendidos en los pregrados y posgrados? ¿Para qué estudiaron, si no era para hacer de este un mundo mejor de lo que encontraro­n, para todos y no para unos pocos?

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