Jairo Cano, ejemplo de superación sobre ruedas
Pese a las adversidades, el antioqueño se ha consolidado y suma casi 20 años de experiencia. Hace parte del EPM-Scott.
La adrenalina que le producía bajar desde el Alto de Cachotis sobre la bicicleta, la que pudo comprar gracias a las largas jornadas de trabajo como ayudante en un camión que transportaba materiales de construcción y carbón en su natal Amagá, fue el impulso que llevó a Jairo Alonso Cano Salas a dedicar su vida al ciclismo.
Era muy joven - cursaba quinto de primaria en ese momento- cuando descubrió su afición por la bicicleta.
Desde el principio no lo vio como una profesión, solo como un medio de transporte y diversión: “Me gustaba andar pegado de los carros”. Sin embargo, cuando comenzó a escuchar las carreras de ciclismo en la radio, por allá en los noventa, mientras aprendía a reparar bicicletas en el taller de Benhur Zapata, el mundo de las bielas lo envolvió tanto que hoy, casi 20 años después, sigue enamorado de su oficio como si fuera el primer día.
“Recuerdo que en el taller mientras escuchaba las carreras me imaginaba todo: las bajadas, la montaña, el terreno llano y me parecía muy emocionante; fue así como empecé a cultivar la ilusión de ser profesional”, recuerda Salas.
Las bielas lo salvaron
Sin un camino claro que tomar, a Jairo se le cruzó por la cabeza unirse a las temidas
34 años tiene el ciclista paisa que acumula 14 victorias de etapas en diferentes carreras.
“El ciclismo es como la vida, siempre hay que estar cayendo para levantarse y ser más fuerte cada día, sin dejar de insistir”. JAIRO CANO SALAS Ciclista antioqueño
autodefensas que tanto acecharon a su pueblo cuando era niño. Había escuchado historias de conocidos, que en las filas de este grupo ilegal consiguieron dinero fácil, que difícilmente podía obtener en otro trabajo.
Sabía que no era la mejor manera de ganarse la vida, por eso renunció a ese pensamiento rápidamente, y como un obstinado, volvió a subirse a una bicicleta para emular las proezas de Martín Emilio “Cochise” Rodríguez, Libardo Niño, Lucho Herrera o Fabio Parra.
Con esfuerzo, se pulió en los ascensos, pero se perfeccionó en la velocidad. Con la ayuda de varios vecinos enriqueció su talento en las carreras, hasta que Luis Alfonso Cely -técnico del Strongman- lo vinculó oficialmente al ciclismo en 2001, deporte que finalmente lo ayudó a salir de las adversidades y alejarse de las tentaciones.
“Un día estaba entrenando en el Alto de Minas y había un equipo preparándose para la Vuelta a la Juventud y ahí estaba Luis Alfonso, me vio subir y me dijo que si quería correr una Vuelta a Futuro. Me enseñó la disciplina que se requiere para esto y mírame donde estoy, lo que he logrado. Sin él y su familia no estaría en el ciclismo”, comentó el corredor.
Ahora, a su palmarés le ha sumado cuatro etapas en el Clásico RCN, cinco en la Vuelta a Guatemala y tres más en la Vuelta a Colombia, por lo que su nombre es respetado y valorado en la caravana ciclística nacional