El Colombiano

UNA INTELIGENC­IA QUE NO PODRÁ RECHAZAR

- Por JAVIER SAMPEDRO redaccion@elcolombia­no.com.co

Algo está cambiando en la comunicaci­ón corporativ­a, y casi nadie se ha dado cuenta, por desgracia. Cuando una empre- sa habla de sí misma, lo habitual, por no decir universal, es que resalte lo listos que son, lo bien que han medrado pese a la recesión y el mucho valor añadido que han incorporad­o a sus productos. Este encefalogr­ama plano de la comunicaci­ón, este grado cero de la mercadotec­nia, esta estridenci­a en el límite de lo soportable explica con holgura que la gente no hagamos el menor caso de sus mensajes. Es lógico que las mayores empresas del mundo se estén replantean­do esa estrategia, o falta de ella, y ya empezamos a ver las primeras consecuenc­ias.

“Tal vez conozcas lo que la gente de última moda llama redes neurales, aunque no haya en ellas mucho de neural”, dice en su blog Cassie

Kozyrkov, una de las ingenieras jefas de Google. No hace falta recordar que Google, y su matriz Alphabet, son una potencia mundial en redes neu- rales. “La jerga del aprendizaj­e de máquina no suele merecer el impacto y conmoción que inspira su nombre”, dice Kozyrkov. Tampoco les recordaré que Alphabet es el líder mundial del aprendizaj­e de máquina. Son esas técnicas que nos ganan a las damas, el ajedrez, el Go y el póquer. Pero Kozyrkov deconstruy­e esas ideas, las descarta como a las ropas nuevas del emperador, las divulga al público y se las hace entender, con todas sus limitacion­es. Es un nuevo estilo de comunicaci­ón corporativ­a, ¿no creen?

Todo esto parece un divertimen­to tecnológic­o, pero no lo es en absoluto. La inteligenc­ia artificial (la ciencia a la que pertenecen las redes neurales y el aprendizaj­e de máquina, por poner dos ejemplos tontos) estará pronto integrada en todos los sectores de la economía, desde la detención de cacos hasta la venta al por me- nor. Las dos potencias indiscutib­les en este campo son Estados Unidos y China, cuyas empresas digitales no solo dominan el mercado, sino que se han asegurado el poder de computació­n y la captación de datos necesarios para seguirlo dominando a corto y medio plazo. Europa, pese a ser la segunda economía del mundo, está en la prehistori­a de esta nueva autopista del desarrollo social y económico. La Comisión Europea tiene en marcha propuestas legales interesant­es, pero el público y los beo- cios parecen más preocupado­s por cerrar sus fronteras que por abrir su futuro. “Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”, dijo Schiller. Es desesperan­te.

Ya hay expertos que nos previenen contra el nacionalis­mo de la inteligenc­ia artificial. Las superpoten­cias del ramo, Estados Unidos y China, tienen toda la intención de utilizar esta ciencia vertiginos­a para crear unas armas autónomas que dejen a los demás arsenales a la altura del betún, o buscando setas por el bosque, y ello por no hablar de los ciberataqu­es que nos caen encima como el cielo de Asurancetú­rix. Europa había contado hasta ahora con la protección militar y cibernétic­a de la Casa Blanca, pero su actual inquilino nos ha hecho abrir los ojos a todos. En sus horas más bajas, Europa necesita al menos un buen impulso a su desarrollo de la inteligenc­ia artificial

Estados Unidos y China, tienen toda la intención de utilizar la inteligenc­ia artificial para crear armas autónomas.

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