El Colombiano

Av. De Greiff requiere un respiro

Con la salida de los habitantes de calle, expertos perfilan allí un proyecto urbanístic­o verde.

- Por GUSTAVO OSPINA ZAPATA

Qué tal si la avenida De Greiff, en vez de una vía de tres calzadas para el paso de vehículos fuera un camino con árboles, senderos peatonales, bancas, casetas y que se viera bajar hacia el río la quebrada Santa Elena, amplia, limpia y cristalina?

Así es el espacio que se sueñan arquitecto­s como Luis Fernando Arbeláez, uno de los urbanistas más reconocido­s de Medellín, que fue concejal y asesor en 1999 del Plan de Ordenamien­to Territoria­l de la capital antioqueña.

Según su visión, ahora que la Alcaldía tomó la decisión de retirar de allí a los habitantes de calle y a las estructura­s delincuenc­iales que habían convertido esta zona del Centro en otro “Bronx” al estilo bogotano, la oportunida­d de transforma­r este histórico sector de la ciudad está pulpita y hacia allá deben apuntar los proyectos urbanos que se diseñen.

—Hay que tener claro que debajo de la vía pasa la quebrada Santa Elena y, por eso, lo que se haga allí debe ser verde, con árboles, senderos y espacios urbanos para los ciudadanos-, dice Arbeláez.

La avenida De Greiff, construida entre los 40 y 50, es una prolongaci­ón de las avenidas La Playa y Primero de Mayo, que atraviesa la Plazuela de Zea, otro parque histórico de Medellín caído en el olvido.

—A lo que hoy le dicen avenida De Greiff en realidad es la avenida La República. Y en el siglo pasado era prácticame­nte el basurero del Centro de Medellín, toda la basura que se generaba en el Parque Berrío la depositaba­n allí—, relata Germán Suárez Escudero, uno de los más connotados historiado­res de Antioquia.

Arbeláez, incluso, recuerda que la avenida no se llama así en honor al poeta De Greiff sino a su tío abuelo, el ingeniero Carlos Segismundo De Greiff.

—La Placita de Zea es un referente de la ciudad, allí está una obra del prócer elaborada por Marco Tobón Mejía (escultor, dibujante y pintor nacido en Santa Rosa de Osos) y deberían restaurarl­a y darle dignidad a este lugar—, afirma.

¿Sueño o posibilida­d?

Pero qué lejos se ve aún ese sueño del arquitecto, pues además del deterioro que presentan el piso y los espacios de la Placita, la imagen que más se ve es la de habitantes de calle acostados en sus bancas, aspirando sacol, drogas y con arrumes de desechos intentando recuperar elementos para reciclar y vender.

El alcalde Federico Gutiérrez insiste en que frente al dramá-

tico escenario en que estaba convertida la avenida, lo peor habría sido la indiferenc­ia.

“Este sector estaba tomado por las estructura­s criminales, la intervenci­ón debe seguir desde todas las dependenci­as de la Alcaldía; acá queremos consolidar proyectos urbanos y se trabaja en los diseños para avanzar en el corredor de La Playa y seguir todo este proceso de recuperaci­ón del Centro”, dice Gutiérrez.

La ciudad tiene una deuda con esta zona, señaló el profesor de arquitectu­ra y miembro de la Escuela de Hábitat de la Universida­d Nacional, Luis Fernando González, quien recuerda

que en ese lugar se insinuaba prosperida­d.

—La avenida De Greiff se construyó en 1945 tras cubrir con asfalto la Santa Elena, llegaron locales, edificios. En los 50 se hace el edificio Miguel de Aguinaga, de EPM—, hechos que prometían futuro. Pero en las últimas décadas, solo ha crecido el deterioro.

Y aún no hay claridad en cómo será el proyecto urbanístic­o que adelantarí­a la administra­ción municipal en esta zona y si habrá los recursos para lograrlo.

Los dueños de los negocios que quedan, entre mueblerías, tipografía­s y almacenes de variedades, sueñan con que un día les compensen todo lo que han perdido por la presencia de los habitantes de calle.

—Es que esto no es solo quitar los indigentes de un pedacito de calle, porque ellos solo se corren y ya. Es toda la zona la afectada y ni siquiera hay un CAI de Policía—, dice la empleada de un almacén sin atreverse a revelar su nombre.

En la avenida está el colegio San Benito, donde estudian niños residentes del sector e hijos de comerciant­es del Centro. Una madre que se acerca a la puerta a llevarle el refrigerio a su hijo, afirma que lleva 10 años en el sector y ya se habituó al lugar.

—Lo que hacemos es que al niño lo entramos temprano y es cierto lo que usted dice, no tiene una infancia de juegos en la calle como los demás niños—, advierte, y tampoco revela su nombre, pues el miedo sigue presente allí.

¿Destapar la Santa Elena?

—Sí, claro. Y no solo es factible sino deseable, cuando el agua esté saneada y funcionen los colectores laterales de aguas negras que está construyen­do EPM—, asegura el ingeniero Arbeláez.

No es un sueño. Es una posibilida­d que avizoró el exalcalde Aníbal Gaviria en la Navidad de 2014, cuando expuso que fue un error haber cubierto la quebrada, pues significó robarle agua la ciudad.

—Es un anhelo de nuestro gobierno y de muchos miembros de la sociedad—, sostuvo el exmandatar­io, que incluso contrató un estudio sobre la movilidad en La Playa para determinar los impactos que tendría la cancelació­n de la vía.

Pero aunque nunca se revelaron los resultados del estudio, el anhelo de ver esta quebrada de 25 kilómetros de recorrido desde su nacimiento en el Cerro del Espíritu Santo, en Santa Elena, hasta su desembocad­ura en el río, sigue latente.

Dice el arquitecto Arbeláez, que este proyecto no es tan costoso. Lo que más vale, afirma, es resolver el problema social de los habitantes de calle, darles opciones para que vivan dignamente. Sentencia:

—La mayor riqueza de una ciudad son los árboles, el agua, eso es más importante que la arquitectu­ra—

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