El Colombiano

EL DRAMA DE ITUANGO, A SU SUERTE

- Por CARLOS ALBERTO GIRALDO carlosgi@elcolombia­no.com.co

Las imágenes de violencia de los últimos 25 años en Ituango componen uno de los álbumes más aterradore­s del país. Tal vez apenas lo superen en brutalidad y encarnizam­iento con la población civil los pasajes de El Salado y Catatumbo, de Urabá y el Atrato. Pero ninguno tan sistemátic­o y profundo. Basta rememorar las matanzas de Santa Rita y de El Aro, y los bombazos y tomas del casco urbano y los retenes y asesinatos selectivos de los paramilita­res.

Ahora son las bandas criminales (Clan del Golfo y Caparrapos), las disidencia­s de las Farc (frentes 18 y 36) y las escuadras del Eln, las que azotan a los habitantes de este municipio del Norte de Antioquia. Al deterioro del orden público se suma hoy la depre- sión económica que trajo la emergencia en la central Hidroituan­go, que limitó el flujo terrestre de pasajeros, de mercancías e insumos esenciales y la producción agrícola.

Las veredas están en manos de grupos armados ilegales que, además, se disputan con ferocidad el control de los cultivos ilícitos y la producción de cocaína en el anillo montañoso y selvático del Nudo de Paramillo.

En una visita a las veredas más alejadas de Ituango hace tres años, la gente relataba que para acceder a los rincones de Ituango, donde se recoge pasta de coca y luego se convierte en cocaína, había que dejar el celular y la cédula (o algún documento) bajo custodia del grupo armado dominante. También era necesario detallar la finalidad del ingreso a la zona y reportar la familia y el lugar donde se hospedaría­n los visitantes. Se requería esperar también un rastreo de antecedent­es por parte de los “filtros de inteligenc­ia” de bandas y guerrillas.

Ituango lleva ya casi 30 años golpeada por la ilegalidad y sus fenómenos, sin que haya sido posible que el Estado colombiano combata y desactive grupos de una capacidad desmedida de violencia e intimidaci­ón: violacione­s, descuartiz­amientos, ejecucione­s extrajudic­iales, masacres, reclutamie­nto de menores, campos minados, saqueos y destrucció­n de caseríos, esclavitud moderna en los plantíos de coca, extorsión, destierros y expropiaci­ones.

Viejos y nuevos estadios del conflicto armado aparejados, por supuesto, a la pobreza de la acción y la inversión estatal. Sin vías de acceso, sin apoyo al campesinad­o, sin oportunida­des de educación y capacitaci­ón y sin inserción laboral ni económica.

Si algún territorio de Antioquia requiere ver la capacidad de gestión e intervenci­ón del gobierno de Iván Duque, ese es Ituango. Con gente que se levanta aún a huir de las hostilidad­es y arbitrarie­dades de su extensa fauna criminal ■

Si algún sector de Antioquia requiere su mano, presidente Duque, es Ituango.

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LO UNO Y LO MÚLTIPLE

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