¿VIENE EL LOBO?
En el oficio del análisis de la coyuntura económica siempre se está en la búsqueda de la señal que hace la diferencia y que indique la dirección que va a tomar la economía. Aquella que revele si va a haber vacas gordas o vacas flacas. Sin embargo, pasa a veces que no se ve nada. Tal es el caso de los barómetros económicos muy populares antes de la crisis de 1929, cuyo propósito era, precisamente, alertar sobre los cambios en las condiciones económicas medidas por un grupo de indicadores y que, por no prever la crisis, por no mostrar nada, cayeron en desgracia junto con la teoría económica dominante en ese momento.
La crisis financiera de 2007, como la crisis de 1929, tampoco pudo ser predicha por muchos analistas. Autores como Rubini y Rajan que advirtieron en sus blogs acerca de la catástrofe que se avecinaba, desde entonces ganaron prestigio y notoriedad. Aunque las técnicas han mejorado, también en este caso bue- na parte de la miopía se debía a la forma como entendían el mundo muchos economistas. Para ellos lo que sucedía en el ámbito financiero no era algo que ayudara a entender los verdaderos problemas de productividad en una economía. Si había señales claras, en realidad, pero por deformación profesional no se pudieron leer adecuadamente.
Hoy los aspectos financieros se miran de otra forma. Se sabe que las tensiones en los sistemas financieros se acumulan y terminan afectando a la economía. Por esa razón, se sigue con interés la situación financiera de las firmas y los hogares, si compran en exceso activos reales o financieros e incurren en deuda para hacerlo. También se relaciona esto con la oferta de crédito de los bancos y sus indicadores de cartera. Al final de cuentas toda esa estantería fue la que se vino abajo en la crisis. Y son esas las señales que hoy los analistas examinan con atención tratando de superar el síndrome del mal pronóstico.
Así las cosas, una buena pregunta en este momento es si las finanzas globales fueron reparadas de forma adecuada y no nos van a sorprender. De hecho, el riesgo actualmente está muy alto en los mercados financieros, una señal alarmante. Muchas grandes empresas están muy endeudadas como una secuela de la forma como se relanzó el crecimiento después de la crisis financiera de 2007 cuando, para restaurar la confianza, los bancos centrales de las grandes economías irrigaron liquidez al mundo entero a través de la compra de bonos. Una oportunidad única que las empresas aprovecharon.
Ese elevado endeudamiento de las empresas, que McKinsey estima en 66 billones de dólares, comienza a generar, como en la época de los préstamos hipotecarios riesgosos, un peligroso efecto de palanca bajo la forma de nuevos títulos vendidos a diferentes tipos de inversionistas. Algo que no deja de preocupar porque en los cuatro años que vienen deberán rembolsarse 8 billones de dólares con cargo a esa deuda ¿Será que viene el lobo?
Una buena pregunta en este momento es si las finanzas globales fueron reparadas de forma adecuada y no nos van a sorprender. El riesgo está muy alto en los mercados financieros.