El Colombiano

Zambullirs­e en esos primeros párrafos de Gabo

Algunos invitados del Festival y Premio que lleva el nombre del Premio Nobel Colombiano recuerdan esas líneas que dan inicio a sus novelas o cuentos.

- Por RONAL CASTAÑEDA

“Si el comienzo es débil, el lector segurament­e lo adivinará y esto hará que se desanime de leer el libro”. MARÍA CRISTINA RESTREPO Escritora y profesora

En el prólogo de Doce

cuentos peregrinos (1992) el escritor colombiano

Gabriel García Márquez mencionó lo que para él era hacer el primer párrafo de un libro: “Hay que definir todo: estructura, tono, estilo, ritmo, longitud, y a veces hasta el carácter de algún personaje”. Su novela cumbre, Cien

años de soledad (1967), tiene uno de los más recordados de la literatura colombiana y latinoamer­icana. De hecho, en este aplicó cada una de las caracterís­ticas que describió y casi que creó, en ese solo párrafo, el universo de Macondo que lo caracteriz­aría .

El escritor, traductor y editor argentino-canadiense Al

berto Manguel escribió el mes pasado en El País de España que las palabras iniciales de un texto debían dar pistas del libro: “Pausada o bruscament­e, resumiendo el argumento o distrayend­o al lector para que no adivine el desenlace”.

El primer párrafo es un abrebocas, no el cuento completo.

Aunque tampoco está tallado en piedra. El inicio de Crónica de una muerte anunciada ( 1981), Gabo lo pensó como un spoiler: el lector sabe el final desde el principio, sin que afecte la trama. O el caso de Rayuela (1966), de Julio Cortázar, que no tiene un orden específico de lectura; incluso el escritor recomienda diferentes tipos y cada una lleva a un recorrido distinto.

Primer párrafo

Los buenos inicios son fundamenta­les; naturalmen­te, los malos también son decisivos. Una entrada regular es suficiente para abandonar o que no ocurra la magia entre texto y lector. “Si el comienzo es débil, este adivinará que el escritor tuvo dudas y lo seguirá leyendo con desconfian­za”, explica María

Cristina Restrepo, escritora y profesora de talleres de escritura creativa.

En cuanto a la creación literaria, para ella esas primeras palabras son determinan­tes. Recomienda incluso en sus talleres volver a leerlo en función de la reescritur­a –no solo el primer párrafo sino, incluso, la primera línea–.

De hecho, el oficio de periodista le dejó a Gabo una especial preocupaci­ón por arrancar sus textos como ganchos que sujetaran del pescuezo y su atención no se disipara.

Ese es el mismo punto, explica Alejandra Toro, jefe del pregrado en Literatura de la Universida­d Eafit, en el que los autores también encuentran el tono y en el que los lectores perciben cuál es la invitación de la obra. “Se decide si va a ser un estilo rápido, lento, mesurado o poético”. También el profesor Óscar

González piensa que “el inicio de toda novela o cuento marca y determina la visión del libro, el contenido, la dimensión de la historia, del relato que se va a desarrolla­r”.

Las primeras líneas de un libro son como la primera impresión o como un amor a primera vista. Es preciso leer bien y darse cuenta de cuándo es un inicio dudoso o cuándo le están ofreciendo un tesoro que vale la pena buscar.

Siete periodista­s y escritores invitados al Festival y Premio Gabo, que se realizará en Medellín entre el 3 y el 5 de octubre, hablaron de cuáles son para ellos los mejores inicios del escritor nacido en Aracataca. Contaron el por qué

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