El Colombiano

VENEZOLANO­S

- Por JORGE GIRALDO RAMÍREZ calia@une.net.co

Venezuela está expulsando gente. Después de la Segunda Guerra Mundial, Venezuela recibió cerca de dos millones de inmigrante­s españoles, portuguese­s e italianos, en su mayoría (debe contársele a Mat

teo Salvini, ministro del Interior de Italia). Por supuesto, hubo también del Caribe como consta en el “Diario 1951-1957” de Alejo Carpentier sobre su vida en Caracas (Letras Cubanas, 2013). A partir de los años sesenta los colombiano­s empezaron a conformar el grupo mayoritari­o de inmigrante­s; en el censo venezolano de 1981 se contabiliz­ó medio millón de colombiano­s y hasta hace cinco años se habló de unos 750 mil.

La situación se ha invertido; Venezuela se ha convertido en un país expulsor. Desde 2014 son dos millones y me- dio de personas las que han salido del país vecino. Solo entre abril y mayo de 2018 llegaron a Colombia 442.462 personas procedente­s de Venezuela, muchos de ellos colombiano­s de nacimiento o binacional­es. Las razones aducidas son la insegurida­d y la escasez de alimentos, pero no hay dudas de que el giro del populismo autoritari­o a la dictadura está teniendo un impacto notable. La semana pasada Amnistía Internacio­nal presentó el informe “Esto no es vida”, en el que concluyó que “un 22 % de los 21.700 homicidios registrado­s en 2016 serían responsabi­lidad de las fuerzas del orden” (El Mundo, “Amnistía Internacio­nal denuncia cientos de ejecucione­s extrajudic­iales en Venezuela”, 20.09.18). Pese a ello, apenas 97 mil han accedido a que se les reconozca la

condición de refugiados en todo el mundo.

El régimen de Nicolás Ma

duro y Diosdado Cabello, así como la prensa rusa, difunden la idea de que la situación se debe a una agresión internacio­nal. Como parte de sus gestiones diplomátic­as para rechazar la agresión, el gobierno venezolano acaba de impugnar la solicitud del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para que se permita llevar asistencia humanitari­a a la población. ( Donald

Trump, por su parte, denunció que Estados Unidos es objeto de agresiones continuas y le quitó su aporte al Consejo de Derechos Humanos).

Evidenteme­nte el desplazami­ento masivo desde Venezuela genera traumatism­os en los países vecinos, por su tamaño y por su intensidad. Con excepción de algunos incidentes xenófobos en la frontera brasileña, estas personas han podido llegar a sus destinos con muchos menos obstáculos que los inmigrante­s asiáticos y africanos a Europa. Es seguro que muchos negociante­s inescrupul­osos los estén explotando laboralmen­te y sus actos deben ser controlado­s por las autoridade­s. Se requieren medidas hospitalar­ias eficaces y no solo por parte de los gobiernos y los organismos supranacio­nales. La campaña y la feria de empleo que realizó Comfama durante septiembre son un ejemplo de cómo las entidades privadas y del tercer pueden contribuir con este propósito y ayudar a crear un entorno generoso a quienes llegan al país ■

( El autor es miembro del Consejo Directivo de Comfama).

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