El Colombiano

De buenas canciones y de santos milagrosos

Berlín, en la comuna 4, es cuna de compositor­es, hogar de feligreses devotos y sector educativo.

- Por DANIELA JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Heroína Moreno de Rojo tiene 90 años y una memoria milimétric­a. Dice, sin farfullar, que llegó a Berlín el 14 de septiembre de 1935, cuando apenas era una niña y su familia ocupaba, junto a gallinas y marranos, una de las únicas tres casas que existían en el sector. No había luz, ni agua, y los niños se bañaban en la quebraba El Zancudo.

Pero el Berlín que recuerda Heroína no es la capital alemana, sino un homónimo de calles empinadas en la comuna 4 (Aranjuez) de Medellín, que creció a la sombra del paso del tranvía y en donde, ahora, se erigen dos estaciones del Metroplús.

Cuentan los habitantes que los terrenos que conformaro­n el barrio pertenecía­n a una finca llamada Berlín, en las tierras que eran propiedad de Juan de Dios Cock y Alberto Álvarez, potentados de Medellín en el siglo XIX.

El comerciant­e y urbanizado­r Manuel José Álvarez Carrasquil­la compró la finca por 15.000 pesos en 1916 y trazó la construcci­ón de las calles y ornamentos del barrio, junto con la donación de terrenos para escuelas, la inspección de policía y la plaza principal.

Por la Segunda Guerra

Sus primeros pobladores llegaron en la década de 1940, eran familias obreras y campesinas. Entre ellas, la de Germán de Jesús Pérez, presidente de la Junta de Acción Comunal de Berlín y habitante de la zona durante 72 años.

“Todo esto era manga. Subíamos las lomas a fin de año y de allí traíamos el musgo para los pesebres”, cuenta.

No tiene certeza de porqué este barrio del nororiente comparte nombre con el de la metrópoli alemana. No tendrán muchas cosas en común, pero supone que los fundadores conservaro­n el nombre porque querían hacer un homenaje a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial.

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