S.O.S POR NUESTROS MAESTROS
El entorno académico no puede ser para que las pugnas internas se conviertan en escenarios de amenaza y calumnia
Es inaceptable que desde las instituciones de educación superior, algunos miembros de la comunidad educativa instrumentalicen los mismos discursos bélicos y amenazantes que en el pasado y actualmente emplean actores armados de izquierda y derecha, para segar la vida de líderes sociales y profesores que han aportado de manera incalculable al país, entre ellos, Luis Felipe Vélez, Leonardo Betancur Taborda y Héctor Abad Gómez.
Como si fuera poco, parecen haber olvidado el innegable historial de víctimas, desplazados, y desaparecidos que no han sido redimidos por el Estado. En su pensar, jamás ocurrieron las tomas guerrilleras al Mitú (Vaupés), Miraflores (Guaviare), Bojayá (Chocó) y Toribío (Cauca), ni mucho menos las masacres paramilitares perpetradas en la década de los 90 en Antioquia: Vegachí, Mutatá, Segovia, Ituango y el sonado caso del Aro, en pleno auge de las llamadas cooperativas armadas Convivir.
Mientras en Colombia quienes lideran los proyectos político-económicos que proyecta el país (es decir, las élites tradicionales), consolidan, en palabras de Consuelo Corredor, una modernización sin modernidad, la mayoría de su población sufre de una exclusión social, política y económica que se suma a la ausencia total o parcial del Estado en la mayor parte del territorio nacional. En otras palabras, y sumado a los hechos violentos, pretenden darle continuidad al statu-quo que ha dejado a Co- lombia en un atraso estructural de proporciones considerables, al punto de tener a Medellín, una de sus ciudades principales, como una con los mayores índices de desigualdad.
Lamentablemente esta situación se traslada a las universidades, espacios que se presuponen abiertos al debate, la libertad de opinión, la defensa de la vida y que estimu- lan la concientización y solución de los principales problemas que nos acongojan. El entorno académico no puede dar pie, para que las pugnas internas, que deben resolverse vía debate e intercambio crítico de ideas, se conviertan en escenarios de desprestigio, amenaza y calumnia entre los mismos maestros con el fin de legitimar intereses personales, y coaptar para sí mismos medios de financiación, grupos de investigación, y peor aún: la mentalidad de los estudiantes